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Voto de Antonio Morales:
9
Western. Aventuras. Romance Recién terminada la Guerra Civil americana (1861-1865), dos hombres deciden conducir ganado desde Texas hasta Montana, difícil tarea que supone enfrentarse a forajidos, indios y a la propia Naturaleza. Ben Allison (Gable) y su hermano Clint (Cameron Mitchell) pretenden conseguir una gran fortuna robando ganado; para ello se asocian con Nathan Stark (Ryan), un importante ganadero que tiene que conducir una gran manada. Durante viaje, ... [+]
23 de abril de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos jinetes contemplan la figura de un ahorcado, uno de ellos, Ben Allison (Clark Gable) señalando hacia el ahorcado, le dice al otro que es su hermano Clint (Cameron Mitchell): “Al fin nos acercamos hacia la civilización…”. Y siguen adelante. Este es el extraordinario comienzo de “Los implacables” (The Tall Men) uno de los mejores western jamás realizado por Raoul Walsh, otro de los grandes cineastas del “Club del parche en el ojo” que yo denomino como a John Ford, Fritz Lang, André de Toth y Nicholas Ray. En honor a la verdad, el film contiene todos los temas del western: el fuera de la ley, la mujer indómita y con carácter, el paisaje nevado, el desierto árido, el salón, los caballos, el ganado, la diligencia, los carromatos, los indios, los mejicanos, los bandidos, el arribista presuntuoso, la fiebre del oro, la caballería yanqui, los confederados y el ambiente de post guerra.

Una antología diseñada a partir de un gran guión y filmada por Walsh con una fuerza visual, una vitalidad y un sentido dramático asombroso. Con la planificación del movimiento de la cámara en los exteriores, que solo es posible encontrar en las vivencias de un pionero y maestro como Walsh. El uso del formato scope, la maravillosa fotografía de Leo Tover, la música épica de Victor Young. La atractiva Jane Russell en un espléndido retrato femenino, el siempre eficaz Robert Ryan como hombre altivo y ambicioso. Destacando por encima de todos un Clark Gable asombroso en su papel de hombre noble y honesto que sabe ganarse el respeto de sus semejantes.

Una película donde todo y todos tienen su punto de encuentro, la generosidad, el amor es retratado con una ternura y una delicadeza absoluta, la amistad, la traición, la palabra, el humor y el sacrificio por los demás, los pequeños detalles como esa manta que Nella guarda con sigilo, como prueba de fidelidad. Todo dentro de unos límites de una película ilimitada en la que cada plano respira y tiene vida propia, en la que cada movimiento de cámara, de actores, responde a una exigencia interna cuyo dominio es sólo patrimonio de los grandes; los armoniosos planos generales que muestran la conducción de la manada de reses, que testimonian sobre la dificultad del paisaje (nevado o cubierto de polvo) se corresponden con una mirada limpia sobre las cosas y con una serie de espléndidas pinceladas y conclusiones humorísticas que son inherentes al clásico y genuino western.
Antonio Morales
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