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Voto de Antonio Morales:
7
Intriga Por culpa de una aventura con la mujer de un embajador, a Andy Osnard (Pierce Brosnan), un seductor espía británico, lo destinan a Panamá. Una vez allí, se pone en contacto con un sastre de oscuro pasado, pero muy bien relacionado con personalidades de la política y de la mafia y cuya esposa trabaja para el presidente del país. Y la misión de Osnard consiste precisamente en averiguar cuáles son las intenciones del presidente panameño ... [+]
16 de julio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andy Osnard (Pierce Brosnan) asegura que el trabajo de los servicios secretos es oscuro y solitario como una felación. No deja de ser consecuente que por esas fechas el actor anunciara su abandono de la serie James Bond, protagonizando esta película que pone en la picota con considerable ingenio todos los tópicos y elementos recurrentes de los relatos de espionaje. En el servicio secreto británico están hartos de los muchos vicios y pocas virtudes del agente Osnard, más mujeriego que efectivo, más torpe que cumplidor. James Bond al menos, siempre resuelve bien los casos que le encomiendan, aunque sus métodos sean tan poco ortodoxos como los del amoral Osnard. Pues Panamá no deja de ser una misión absurda basada casi en la abstracción, forjada en la mentira, una visión desmitificadora del espía.

No tiene que encontrar a un agente enemigo, ni recuperar un microfilm, ni liberar a un personaje influyente secuestrado por narcotraficantes y la organización de Spectra fue afortunadamente desmantelada, así que, no tiene que salvar al mundo. Tan sólo irse lo más lejos posible de Inglaterra. Aunque “El sastre de Panamá” es una película de espionaje, no lo parece, al menos como solíamos entender las adaptaciones anteriores de John Le Carré: “El espía que surgió del frío” o “La casa Rusia”. El propio escritor ha colaborado en el guión, Boorman en todo caso, se ha identificado con el tono desmitificador que propone Le Carré en su historia, sintiéndose atraído el cineasta por esa inteligente reflexión sobre la verdad y la mentira que es la base del relato.

Harry Pendel (un excelente Geoffrey Rush) había sido el sastre particular del general Noriega y ahora, en un clima político distinto, aunque igualmente corrupto, continúa ejerciendo su profesión con los personajes más influyentes del país. Es un hombre que ha edificado su vida sobre el engaño, se inventó un pasado para conquistar a su esposa Louisa (Jamie Lee Curtis), y cuando Osnard le elige como el hombre ideal para llevar a cabo sus planes, se inventa un presente mediante una absurda historia. Pero el engaño es tan descabellado que todos intentan sacar tajada. La película se convierte así, en un proceso de autoengaños y mentiras a conciencia. Osnard y Pandel, ambos a su manera, encarnan un papel de demiurgos que mueven a su antojo los hilos de la trama.

Pero hay un momento clave en el que el sastre debe redimirse de sus pecados, y se convierte en el conductor de una película que renuncia al cine de espionaje, sirviéndose de las bases más elementales, descodificándolas, en suma. El cineasta estiliza las formas de los personajes, apoyándose en el sexo como instrumento de corrupción que se cuela por las rendijas de este drama abstracto con tintes de comedia negra, que vitupera sin compasión el mundo de la política y la diplomacia. Presentándonos un pequeño país víctima de los caprichos de las grandes potencias, donde se pasa en breves minutos en coche de la opulencia y el lujo a la más asquerosa miseria.
Antonio Morales
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