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Voto de Antonio Morales:
8
Comedia. Drama Fábula moral basada en la famosa comedia de Moliere sobre la hipocresía de un hombre que quiere adueñarse de una gran fortuna. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el documental incluido en la edición en DVD a cargo de Divisa, “Tartufo” es una película perdida. No lo es en el sentido estricto, en la raíz técnica, como tantas otras obras de la época silente firmadas por Mizoguchi, Ford o Browning, pero sí en el moral, ya que no se conserva copia alguna del original, la alemana, que era la más acorde con el montaje ideado por su director. El “Tartufo” que hemos conocido en la edición de Divisa, pertenece a la que se distribuyó en Estados Unidos, restaurada por Berriatúa, que parece ser la más fiel y la que se encontraba en mejor estado, no sólo hay planos cortados con respecto a la versión pensada por Murnau y varía la tipografía y el momento de inscribir los rótulos, sino que muchos encuadres aparecen alterados, algo habitual en las películas mudas.

Escribir hoy de “Tartufo” parte de esta desventaja. Analizar determinadas posiciones de cámara puede resultar tarea estéril, ya que es difícil concretar si este o aquel encuadre fue el elegido realmente por el cineasta o el impuesto en el laboratorio o sala de montaje al tirar negativos y copias para la exhibición internacional. La película es un encargo que la UFA hace a Murnau. Carl Mayer, el guionista, había terminado la libre adaptación de la obra de Moliere en 1923 y hasta 1925 no comenzó el rodaje. La trama de “Tartufo” es por todos conocida, pero Murnau arremete de forma contundente contra la religión, el fanatismo religioso y la hipocresía social que el cineasta padeció por su homosexualidad, mucho más que en el texto de Moliere, aunque en descargo del escritor francés debe decirse que la primera versión de su obra fue excomulgada en 1664 y tuvo que suavizarla considerablemente para poder estrenarla.

Murnau le otorga considerable importancia al prólogo y al epílogo modernos de la película. Es su forma de llevar a la práctica las teorías vertidas por Moliere dos siglos y medio antes y su justificación para salirse brillantemente de los márgenes del cine de época, del film que evoca el teatro. Y lo hace precisamente utilizando el propio cine como medio de expresión dentro y fuera del relato. Personalmente me gusta más el prólogo que la historia de Tartufo. Los protagonistas son otros, aunque intercambiables con la obra satírica de Moliere: un anciano enfermo, su joven nieto y la ambiciosa criada que intenta embaucar al anciano para heredar sus bienes. Murnau filma de otra manera, saltándose las limitaciones del decorado, con la cámara a ras de suelo para obtener angulaciones que sorprendan e inquieten, los encuadres muy cerrados sobre los rostros del anciano y su hipócrita criada. Hermosa reafirmación del director alemán en el poder del cinematógrafo.
Antonio Morales
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