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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Musical Biografía de Marjorie Lawrence, cantante de ópera de origen australiano, desde que abandonó la granja de sus padres para estudiar canto y triunfó en los escenarios de todo el mundo hasta que su carrera se vio truncada por la poliomielitis. A pesar de ello, su tenacidad le permitió superar la enfermedad e incluso volver a los escenarios. (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunto cuántos de nosotros no hemos acudido alguna vez a una tienda de discos preguntando y teniendo que tararear tímidamente, por miedo o vergüenza, alguna melodía que hemos escuchado a través de la televisión, la publicidad o la radio, esa música maravillosa que no paramos de recordar, que nos inspira emociones profundas, desconociendo que forman parte de algún fragmento de una ópera. Ya sea aria, obertura, intermedio o coro. La ópera como decía Wagner, es el espectáculo total que combina música, teatro, danza y todo ello se puede apreciar en directo con sus decorados y vestuario que pueden combinarse de mil maneras. Un espectáculo total y majestuoso por su grandeza, y que no pertenece a ninguna clase social, forma parte de cualquier persona con sensibilidad que ame el arte y la cultura.

Si, la vida de la soprano australiana Marjorie Lawrence (1907-1979) fue, en efecto, una sucesión de melodías, compuestas por Puccini, Verdi, Bizet, Saint-Saëns y, en especial, Wagner, interrumpida por haber contraído la poliomielitis. El film de Curtis Bernhardt a partir de la autobiografía de la soprano, conocida especialmente por sus interpretaciones en óperas de Wagner, sugiere ya al comienzo de los títulos de crédito, con unos acordes wagnerianos (que recorren el cuerpo de la “Tetralogía”, pero también el de “El holandés errante”) la importancia que ese compositor tuvo en su vida profesional. Pero el “Tristán e Isolda” que cantó en el MET de Nueva York, pasaría a la historia, debido a su incapacidad para moverse libremente.

El final de esa ópera es tan conmovedora que emociona siempre, y aún más, cuando la secuencia está filmada con convicción por Bernhardt, mostrando la fuerza de la voluntad humana y del poder transformador del arte, de su influencia sobre quienes son sensibles a él. Puede haber otra forma de entender la película: verla como un ejemplo de la alineación provocada por la obsesión por el trabajo (al fin y al cabo, cantar ópera no deja de ser un trabajo), que impide vivir una vida con plenitud; pero eso nos llevará a otras cuestiones, como qué significa vivir con plenitud. Yo tengo mis dudas, en todo caso el sacrificio por una carrera artística es evidente.

El film narra la vida de la soprano, desde su juventud en una granja que desea cantar ópera y se presenta a un concurso en su ciudad, seguidamente irá a París a continuar su formación y mediante una rocambolesca casualidad obtendrá sus primeros papeles para cantar “La Traviata” y “La Bohéme”, conociendo al que será su esposo, un doctor norteamericano. Excelentes trabajos de Eleanor Parker y Glen Ford, así como uno de los primeros trabajos re Roger Moore, que encarna el papel de hermano de la soprano. Todo ello con una estupenda fotografía en Cinemascope, que el cineasta maneja con soltura en la puesta en escena, resaltando las magníficas representaciones operísticas, así como las interioridades del mundo del “bell canto”.
Antonio Morales
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