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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Delft, Holanda, 1665. Griet entra a servir en casa de Johannes Vermeer, el cual, consciente de las dotes de la joven para percibir la luz y el color, irá introduciéndola poco a poco en el mundo de su pintura. Maria Thins, la suegra de Vermeer, al ver que Griet se ha convertido en la musa del pintor, decide no inmiscuirse en su relación con la esperanza de que su yerno pinte más cuadros. Griet se enamora de Vermeer, aunque no está segura ... [+]
28 de abril de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La consideración del cine como un arte que se nutría de las experiencias de otros medios ha hecho que, con frecuencia, al lenguaje cinematográfico se le haya correlacionado con otros lenguajes artísticos. Por supuesto el teatro y la pintura han sido los que se han considerado más susceptibles de influir sobre el cine. En el caso de la pintura la asimilación del plano, su composición, su contenido, la ordenación de las formas y colores dentro de él se ha hecho con arreglo, en muchas ocasiones, a precedentes pictóricos. Dentro de la historia cinematográfica se han dado numerosos ejemplos de asimilación estética motivada por un cúmulo de razones: el deseo de alcanzar la “dignidad cultural” de un arte ya reconocido, la inercia que supone el recurrir a experiencias ya sedimentadas, el deseo de renegar de la propia condición industrial del cine al tomar como referencia a otro que es artesanal y, por tanto, menos condicionado estructuralmente.

Autor de una escasa obra, poco más de una treintena de pinturas y prácticamente olvidado durante dos siglos, a partir de mediados del siglo XIX, la pintura de Vermeer tuvo un amplio reconocimiento. Théophile Thoré-Bürger contribuyó a la consagración de Vermeer (1632-1675) con unos artículos periodísticos muy elogiosos. Actualmente está considerado uno de los más grandes pintores de los Países Bajos. Es particularmente reconocido por su maestría en el uso y tratamiento de la luz, una luz personal que nadie ha podido igualar. Una luz a la que se ha aproximado con éxito Eduardo Serra, como operador y Peter Webber debutante en la dirección y procedente de la televisión, en mi opinión, una maravillosa recreación de la época en que vivió el pintor en la ciudad de Delft (Países Bajos).

El argumento se inspira en una novela homónima publicada por Tracy Chevalier en 1999, el relato tiene como reclamo uno de los más famoso cuadros de Vermeer: “La joven de la perla”, también llamada, “La chica del turbante”, que se encuentra en el Mauritzhuis Museum de La Haya. Un trabajo bien cuidado en términos de escenografía y puesta en imágenes, reflejando la pintura costumbrista del siglo XVII. Los personajes encarnados por sus intérpretes parecen moverse si no por el interior de unos cuadros bien conocidos, sí por una extensión de los ambientes reflejados en ellos: viven sus peripecias en un marco definido por el propio universo del pintor, que a su vez es uno de los personales centrales del relato (un excelente Colin Firth). Mención especial merece la joven Scarlett Johansson como Griet, la criada, autentica protagonista del film con su físico espectacular y su mimetismo hacia la modelo del cuadro,

Sería injusto valorar el film sólo por su pictorialismo, ya que la construcción del “tempo” narrativo, el desarrollo de la madeja de relaciones que se instituyen en el hogar de los Vermeer entre éste, su mujer, Catharina Bolnes, su suegra María Thins, algunos de sus muchos hijos, Griet, o el rico Van Ruijven, comandatario y comprador de la escasa obra del pintor, son otros tantos aciertos del cineasta Vebber, que contribuyen a la verosimilitud de este interesante y sugestivo film. Una reflexión sobre pintura y cine, la obsesión de un pintor por su modelo, la pasión de crear, el misterio de sus cuadros así como el clima misterioso que rodeó la vida del propio pintor.
Antonio Morales
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