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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Invierno de 1943. Durante la ocupación alemana de Francia, en un internado católico para chicos, Julián, un muchacho de trece años, queda impresionado por la personalidad de Bonnet, un nuevo compañero que ingresa en el colegio después de iniciado el curso. (FILMAFFINITY)
25 de diciembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el invierno de 1944, Louis Malle, que tenía entonces once años, había sido internado por sus padres en una institución de provincias para eludir los riesgos de la ocupación nazi en París. A aquella institución llegó también Bonnet, un joven judío que hizo amistad con él. Bonnet, era un chico inteligente y aplicado, con una enorme pasión por la lectura. En los años sesenta, la hermana de Bonnet fue a ver a Malle y le pidió que, ya que él había vivido la historia tan de cerca, hiciese una película para honrar la memoria de aquellos inocentes, entre los que se encontraba su hermano. Louis Malle no encontró en aquel momento las fuerzas suficientes para llevar a cabo la empresa, pero ya no abandonaría el deseo de filmar aquel episodio de su infancia.

La gran virtud de esta película, cuya estructura tenía el riesgo de haber derivado hacia la sensiblería, reside en mostrar la ocupación nazi y, sobre todo, la guerra de una forma tangencial, tal como lo percibió aquel niño, que vio como unos soldados extranjeros, entraban en el colegio buscando judíos. El tratamiento de la luz, de los silencios, de la generosa naturaleza que rodea al colegio, confiere a la película una ambientación densa y contenida que arropa a la narración de los hechos sin llegar a interferir con ella. Mucho más académico y menos arriesgado que en algunas de sus películas anteriores, este director francés fallecido en 1995, atractivo e irregular, resucitó el que quizá fuese el único episodio auténticamente doloroso de su infancia con una maestría incuestionable, sumergida en cierta melancolía.

Louis Malle, que desde los años setenta trabajaba en Estados Unidos, regresó a Francia para realizar esta película, porque consideraba que no debía trabajar sobre un aspecto tan íntimo de su vida lejos de su país, y sin la libertad creativa que tendría en Europa. De esta forma, escribió, produjo y dirigió la película, eligió personalmente a los dos protagonistas principales y cuidó al máximo el vestuario, la fotografía y la música (Schubert y Saint-Saëns). En mi opinión, hay una cierta influencia del film “Cero en conducta” de Jean Vigo, cineasta venerado por los autores franceses, a la hora de recrear el devenir cotidiano del internado, con travesuras muy propias de la edad. El resultado es de una franqueza seria, dolorosa y evocadora.

Escenas como la del restaurante donde un oficial alemán expulsa a unos policías franceses colaboracionistas enfrascados en humillar a un comensal judío, denota el desprecio del cineasta por aquella sociedad cobarde y sumisa. El homenaje al cine con la proyección dominical en el colegio de un corto de Chaplin, “El inmigrante”, una obra maestra de la hilaridad y la humanidad, del artista que había satirizado al dictador Adolf Hitler, principal causante de tanta aberración. Si es cierto que Malle pretendía consolidar su prestigio internacional (algo por otro lado muy loable), la película filmada con cariño y un calor infrecuente en Malle, colmó todas sus expectativas.
Antonio Morales
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