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Voto de Antonio Morales:
6
Intriga. Cine negro. Thriller Luis, un joven inmerso en el mundo de los negocios fáciles, debe decidir entre su conciencia y el dinero. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digna película para el difícil periodo político y social en que se filmó. Una historia bastante atrevida para la época, cuando la censura se mostraba más férrea y era tan difícil mostrar determinados comportamientos y tipos de vida. Se trata de un thriller moral y de intriga que juega con la fatalidad y los caprichos del destino. La dualidad entre el campo y la gran ciudad como dicotomía entre el bien y el mal, el desarraigo familiar, un cierto tono neorrealista en la añoranza de la vuelta al medio rural como paradigma de la vida idílica. El pecado y la redención, la penitencia del remordimiento. Una velada diatriba hacia el dinero como paradigma de los vicios de una clase acomodada, de una vida libertina y disoluta. Donde se dan cita el lujo, el robo premeditado, el crimen, el chantaje, el prestamista usurero y las chicas mundanas de ciudad que representan el amor interesado y fácil, porque el amor desinteresado lo ofrecen las decentes que trabajan, se esfuerzan y vienen de provincias.

No tiene el prestigio ni la calidad de otros policíacos (no confundir con cine negro) de entonces, pero atesora valores tangibles e imperecederos que no prescriben. El excelente guión de Miguel Mihura, se desmarca de su estilo habitual de comedias de humor que lo convirtieron en uno de los grandes dramaturgos españoles del siglo XX, lógicamente beneficia considerablemente la puesta en imágenes por parte de Jerónimo, su hermano mayor, del que no conocía ninguna de sus películas, pero que me ha sorprendido agradablemente. Una macabra espiral de violencia y muerte, de vida nocturna y experiencias fuertes que deviene en una pesadilla llena de miedo y cobardía para enfrentarse a unos hechos, en una huida hacia el abismo. El montaje del film propicia que la trama siempre mantenga su intriga y misterio, los crímenes fuera de campo, las elipsis oportunas nos muestran a un cineasta capaz de llevar a buen puerto esta atractiva cinta.

Malas compañías son la que frecuenta nuestro protagonista Luis (Julio Peña) con su amigo Andrés (Conrado San Martín), dos vividores del cuento, dos ociosos señoritos del estraperlo, sin oficio pero con buenos beneficios que dilapidaban en timbas, juergas y prostitutas, pero mostrado con elegancia y buen gusto. Pero Luis tiene unos principios morales que pronto surgirán sin poder aplacarlos, como el despertar de su conciencia junto a los recuerdos de su niñez, un sentido de culpa que le atosiga y le angustia, atado al valor de una amistad mal entendida. El materialismo como medio de corrupción moral. El peso del pasado en un clima de desconfianza, donde nadie se fía de nadie, donde la delación es moneda de cambio, los despropósitos de unos parásitos miembros de una burguesía en decadencia en una sociedad vacía de valores nobles.
Antonio Morales
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