Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
8
Intriga. Thriller Richard Hannay está en un music-hall londinense. De repente, suena un disparo y comienza una pelea. En medio del tumulto, una chica asustada le pregunta si puede ir con él. Richard accede y la lleva a su apartamento... (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más prestigiosas de su etapa inglesa, que en el fondo se revela como un borrador de lo que será el estilo de sus futuras y más elaboradas obras posteriores de su etapa americana, un compendio de sus constantes recurrentes. La esencia de sus imágenes, el ritmo, el sentido del humor, la inquietud, las situaciones colectivas, el sentido de la elipsis, la falsedad de las apariencias. La singularidad a la hora de narrar historias, porque su capacidad narrativa nos desconcierta en la forma de contarlas, esas imágenes que no necesariamente guardan relación con la lógica porque el propio cineasta presumía de lo inverosímil, que no debe ser jamás banal. Cosa que sus detractores suelen olvidar a la hora de juzgar la trama, que suele ser el pretexto o “MacGuffin”, como él lo llamaba en ese libro que es la Biblia de todo cinéfilo: “El cine según Hitchcock” de François Truffaut.

Pero por encima de todo, su estilo consiste en atrapar la atención del espectador, una vez conseguido, crear la tensión y mantenerla, y eso amigos míos, se llama talento. Otro detalle del cineasta es que los malos en sus films, suelen ser personajes respetables, cuando en el fondo son verdaderos villanos, mientras el inocente es perseguido sin tregua, paradójicamente, inocente al que sólo creen cuando miente, y no cuando dice la verdad. El argumento de “39 escalones” entra de lleno en ese terreno tan querido por el cineasta como es el de lo inverosímil, el sentido de lo tragicómico, forzando la dramaturgia hasta límites insospechados, el azar, la ironía del destino y anticipando esa tendencia hacia la irrupción de lo excepcional en lo cotidiano que tantas ocasiones tendrá posteriormente de manifestarse, al mismo tiempo que ofrece uno de los más palpables exponentes del siempre etéreo “McGuffin” ese pretexto que sirve para hilvanar las tramas más inverosímiles con la lógica más consecuente.

Richard Hannay (Robert Donat) es un canadiense que pasa unos días en Londres, viéndose involucrado en un asunto de espionaje, siendo perseguido por la policía acusado de un crimen del que es inocente. Desde el momento en que nuestro protagonista entra en el “music hall” donde actúa Mr. Memory, que responde a toda clase de preguntas por difícil que parezca, comienza una odisea vertiginosa para Richard. Un argumento lleno de trampas y giros imprevistos que mantienen al espectador atento a la pantalla en todo momento. Lo mismo sucede con su relación con Pamela (Madeleine Carroll) cuya forzada unión con las esposas tiene algo de apunte irónico sobre el destino amoroso que espera a ambos personajes. Se puede apreciar en la fotografía del film una cierta influencia de expresionismo alemán que guardaba el cineasta en clara referencia a Murnau y el cine alemán. Se realizaron otras dos versiones sobre este film que no he visto. Una de Ralph Thomas de 1959 y otra de Don Sharp de 1978, aunque dudo mucho que mejoren esta obra de Alfred Hitchcock. En spoiler comento el cameo del director en los primeros minutos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow