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Voto de Antonio Morales:
8
Intriga. Thriller En Nueva York, Babe Levy (Dustin Hoffman), un universitario que está haciendo el doctorado en la Universidad de Columbia y que pasa parte de su tiempo libre preparándose para correr maratones, conoce a Elsa, una extraña mujer suiza con la que inicia una relación amorosa. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El thriller norteamericano de los 70, era un cine provisto de una notable fuerza expresiva, ferozmente violento como el que nos ocupa, “Marathon Man”. Un thriller inquietante con reminiscencias de dos etapas nefastas para la civilización en el siglo XX, el MaCarthysmo y el Nazismo. Articulada sobre un guión del propio escritor de la novela, Willian Goldman y narrada con extremada precisión gracias al director John Schlesinger, proveniente del Free Cinema inglés, que se había integrado en Hollywood con el soberbio y dramático trabajo de “Cowboy de medianoche”, un film sórdido sobre el fracaso del sueño americano.

Schlesinger traza con un virtuoso ritmo descriptivo una terrible historia de codicia y deslealtad, que va dejando un rastro de crímenes impunes y misterios sin desvelar. Como todo buen thriller y éste lo es, asistimos a unos sucesos inconexos que poco a poco irán encajando y nos irá atrapando en un universo de intriga sospechosa, donde nada es lo que parece, en medio del laberinto se encuentra Thomas Levi (Dustin Hoffman), un joven estudiante de Historia que prepara una tesis sobre la Caza de Brujas, de la que su padre fue víctima suicidándose, un trauma que marcó su niñez. Ama el maratón y sale a correr a menudo por Central Park, preparándose para alguna vez correrlo. El film muestra ampliamente los lugares más populares de la iconografía de la ciudad de los rascacielos.

El joven ha conocido a Elsa (Marthe Keller), una chica suiza que no cae bien a su hermano mayor Doc (Roy Scheider) que ha vuelto de París, un tipo astuto que lleva una vida lujosa que pretende justificar con negocios de petróleo. Pero el personaje decisivo es el Dr. Szell apodado “El Ángel Blanco” por sus víctimas (un magistral Laurence Olivier, inspirado en el nazi real Joseph Mengele), dentista de profesión y antiguo director de la SS en el campo de concentración de Auswitz, que anda refugiado en Uruguay huyendo de la justicia. Es el mal personificado por su frialdad y cinismo. Un tipo siniestro, de una ambición desmedida por los diamantes, que utiliza su experiencia en la ortodoncia para conseguir la información que busca.

La brillante fotografía del operador Conrad Hall, envuelve al film en un tono de luminosidad esperanzadora, dentro de la fatalidad que persigue a nuestro protagonista ajeno a los acontecimientos que le tocará vivir. Una trama alambicada y sinuosa, polémica por sus escenas de tortura y violencia que atrajo al público a las salas más por su morbosa fama que por su auténtico valor intrínseco. Finalmente me gustaría que los usuarios que aluden a cabos sueltos en el guión, entiendan que en el cine no todo tiene por qué estar explicado, pues se da por sentado que el espectador avezado pueda interpretar libremente los flecos de una historia procedente de un libro que debido a su extensión es imposible trasladarlo a la pantalla en su integridad, teniendo en cuenta que el lenguaje literario es diferente del lenguaje cinematográfico.
Antonio Morales
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