Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Humbert Humbert, un profesor cuarentón, llega a Ramsdale (New Hampshire) y alquila una habitación en casa de la viuda Charlotte Haze que tiene una hija de once años. Humbert se enamora perdidamente de la chiquilla y concibe un perverso plan: casarse con la madre para poder estar siempre cerca de la irresistible Lolita... Adaptación de la novela homónima de Vladimir Nabokov. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía, Lo-li-ta, la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo-li-ta.", escribió Nabokov al comienzo de su fascinante novela. Nacida entre olores de escándalo, no cabe duda que “Lolita” fue uno de los acontecimientos literarios del pasado siglo. Una obra polémica que narra la pulsión sexual entre una niña y un adulto. Es el retrato de una gran obsesión, el amor como degradación moral, adaptada por el propio escritor, una película de una profunda perversión y misoginia.

La vida itinerante del profesor de literatura francesa Humbert Humbert (un James Mason sublime), que padece sus obsesiones sexuales mientras recorre los EEUU, de una a otra universidad, viviendo en habitaciones alquiladas. La viuda que acoge a Humbert, Charlotte Haze (Shelley Winters), siente celos ante el crecimiento de su hija Lolita, y ve en el profesor una ocasión única para recomponer su soledad y su deteriorada vida sexual, sublimada en acontecimientos sociales provincianos, bailes anuales y visitas de personajillos famosos como el dramaturgo Quilty, un impagable Peter Sellers, que exagera con destreza e introduce sin desentonar calidad de farsa en la tragedia y prepara rincones de su papel múltiple en el siguiente filme de Kubrick, “Dr. Strangelove”.

Se entiende, por la presión de la época, el aligeramiento por Nabokov y Kubrick de la carga erótica y transgresora que alienta en la turbadora novela, y que leí hace bastante tiempo. La inquietante Sue Lyon de “Lolita” (14 años, la del libro 12), tiene la astucia de una sabia seductora precoz, un toque o gesto felino e indolente de depredadora instintiva; y hay osadía e insolencia en su capacidad para modular con gestos suaves el lenguaje de la insinuación, que hace posible la magistral escena, de poderoso erotismo subterráneo, en que susurra al oído de su padrastro sus juegos de verano. La calidad y sutileza del roce erótico que mueve tan simple cruce de palabras y miradas da idea del destrozo que provocó en la actriz, que jamás superó su fijación en el mito de la “nínfula”, en el que quedó atrapada.

“Lolita” está firmemente apoyada sobre los actores que dirige magistralmente Kubrick, la presencia de James Mason con su enfermizo amor, ayuda a aumentar la intensidad de cada secuencia. Desde sus morbosos títulos de crédito, Kubrick nos anuncia el devenir de los acontecimientos, una película que insinúa mucho más de lo que muestra, el recurso de la voz en “off” en su estructura narrativa, el "flash back” y su aspecto iconográfico que nos atrapa desde el principio. Si “Rebeca” se convirtió en una prenda de vestir gracias a la película de Hitchcock, “lolitas” ha pasado a ser el nombre genérico con que se alude a las niñas sugerentes. Cine inteligente, vigoroso y arriesgado, ejercicio de puesta en escena seductora que nos muestra al Kubrick en plena posesión de su talento.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow