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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Año 1941. El soldado Prewitt (Montgomery Clift), que acaba de llegar a la base militar de Pearl Harbor en Hawai, es un antiguo boxeador retirado del ring. El capitán Holmes (Philip Ober), conocedor de sus habilidades como púgil, intenta que se una al equipo del ejército, pero Prewitt rechaza la propuesta. A partir de ese momento se ve sometido a toda clase de castigos y humillaciones tanto por parte de sus superiores como de sus ... [+]
21 de abril de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los norteamericanos tienen una habilidad innata para hacer un cine de denuncia sin tocar las instituciones o pilares que sustentan la sociedad, pues son las mismas instituciones las que consiguen siempre depurar las responsabilidades de los malvados, con lo cual las manzanas podridas se extraen del canasto y todo resuelto. En este caso el culpable no es el ejército, sino unos individuos que de una forma u otra son apartados de la institución. Está claro que eso sólo ocurre en las películas, la realidad es muy distinta, normalmente se suele ocultar por miedo a represalias. No obstante, estamos ante una película triste y desoladora, un entramado de pasiones y frustraciones, de perdedores y solitarios, a pesar de algunos momentos de humor, con unos diálogos brillantes y medidos. La película arrasó en los Óscars de ese año, gracias a un estupendo guión del “blacklisted” Daniel Taradash, adaptando una novela de James Jones publicada en 1951.

La situación en el cuartel Schofield de Hawai, en los días previos al ataque japonés de Perl Harbor en Diciembre de 1941 no puede ser peor: el capitán Holmes (Philip Ober) es un fanático del boxeo que se salta las ordenanzas en nombre del deporte; su esposa, Karen (Deborah Kerr), es una mujer insatisfecha que busca en otros militares la alternativa sexual a un marido que desprecia; el sargento Warden (Burt Lancaster) ejerce soterradamente el mando de la guarnición, dada la incapacidad del capitán, y corteja a la esposa de éste; el soldado Prewitt (Montgomery Clift) no quiere volver a boxear y es víctima por ello de un continuo abuso de poder; el italoamericano Maggio (Frank Sinatra) sufre en su propia carne lo que es el racismo; el sargento Hudson (Ernest Borgnine) encargado de la prisión militar, es un matón sin escrúpulos que se sirve de su posición para ejercer una impune brutalidad.

Todos ellos forman un reparto sólido, con unos actores de una grandiosa fisicidad palpable y cercana al espectador, se sienten solos y frustrados por eso beben, beben continuamente y se pelean, son los sustitutos subliminales del sexo insatisfecho. Zinnemann acierta en la puesta en escena transmitiendo esa pulsación sexual, ese hálito de sensualidad reprimida que subyace en todo el film. El erotismo y la carnalidad siempre se muestra de forma implícita nunca explícita, lo mismo ocurre con la violenta pelea entre Prewitt y Hudson. Unos cuerpos cálidos en la playa nocturna estrellándose contra los olas, el cineasta nos presenta siempre interesantes ideas visuales con el espacio escénico, con la exposición directa de los conflictos personales, los momentos de tensión, Warden enfrentándose a Hudson, los momentos de dolor, Prewitt tocando la trompeta como un lamento. Una visión pesimista y deshumanizada de la jerarquía militar, el ejército no admite individualidades ni gente con personalidad propia.
Antonio Morales
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