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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Debido a una rara enfermedad, Ed Avery debe tomar cortisona, una droga que todavía está en proceso de experimentación y que le provoca alteraciones mentales que repercuten en su trabajo como profesor y en sus relaciones familiares. (FILMAFFINITY)
16 de mayo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una extraña película de Nicholas Ray, fruto de su tiempo, los años cincuenta: que esconde un proceso crítico al denominado ciudadano medio estadounidense. Un film sobre la utilización desmesurada de la droga como medio de toma de conciencia. El proyecto partió de James Mason, protagonista y productor del film para la Fox. “Bigger than life” es una nueva incursión de Ray a favor de los personajes que desafían su destino. En este caso un apacible maestro, Ed Avery (James Mason) al que una extraña enfermedad obliga a tomar un medicamento de efectos secundarios desconocidos. Y serán estos los que facilitarán la progresiva desinhibición del individuo que, cuanto mayores son los síntomas producidos por la droga, mayor es también su lucidez para denunciar los problemas sociales cotidianos.

James Mason como actor realiza un excelente trabajo, dándole un espesor dramático al profesor Avery, ciudadano anónimo que vive en una casita con césped, añora viajar a Europa (las paredes de su casa están llenas de carteles turísticos de París y Roma), hace en secreto horas extraordinarias como operador de taxis para llegar a fin de mes y poder sacar adelante a su esposa (la bellísima Barbara Rush), e hijo. Los domingos a misa, hombre de creencias religiosas e inteligente que desarrolla un trabajo formativo mal pagado, como sucede en todas partes, los gobiernos que no valoran y respetan a los educadores están socavando el futuro del país.

Bajo la diatriba de la adicción a los medicamentos, subyace una reflexión social. Sin duda, este planteamiento está radicalmente en contra del previsto en el tópico guión, una especie de sermón moral sobre el peligro de los nuevos medicamentos. Indudablemente hay bastante de autobiográfico en el partido que toma el cineasta, interesado siempre mucho más en la descripción de unos personajes que buscan escapar de las convenciones sociales. En “Bigger than life” hay además una ausencia importante: la Naturaleza, como metáfora de una cierta falta de libertad en aquella sociedad intolerante.

Prácticamente toda la acción transcurre en interiores, utilizando a menudo y con el propósito de agilizarla, un montaje basado en la interrupción de las secuencias en el momento de mayor tensión para trasladar la cámara a una acción paralela que explotará al coincidir con la anterior. Estos trucos de montaje son, característicos en toda la obra de Ray. Con ellos se consigue transmitir al espectador un cierto sentimiento de incapacidad para abarcar, controlar y comprender el comportamiento de los seres puestos en pantalla. Fotografiada magistralmente por Joe McDonald en Cinemascope. La puesta en escena recuerda a “Rebelde sin causa” y “En un lugar solitario” por la adecuación entre personaje y decorado. Cineasta en búsqueda de un estilo, Ray da una creciente sensación de neurosis lúcida a medida que avanza su carrera, fruto de sus problemas con los productores en su negativa a simplificar las historias.
Antonio Morales
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