Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
7
Drama Aydin, un actor jubilado, dirige un hotelito en Anatolia central con la ayuda de su joven esposa, de la que está muy distanciado, y de su hermana, una mujer triste porque se acaba de divorciar. En invierno, a medida que la nieve va cubriendo la estepa, el hotel se convierte en su refugio y en el escenario de su aflicción. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son los temas que aborda esta sosegada y longeva, que no aburrida cinta del turco Ceylan, vencedor en Cannes el año pasado. Cada película tiene su propio ritmo, “Winter Sleep” tiene un ritmo pausado, reflexivo, donde la palabra y el paisaje tienen su protagonismo paralelo, un paisaje bello, agreste e inmóvil de un escenario capital, habitual en los films del cineasta turco. La palabra es la herramienta dentro del contexto de las relaciones humanas que este cineasta de difícil nombre disecciona, tomándose su tiempo. El protagonista es un actor retirado que regenta un pequeño hotel turístico de nombre Othello en honor a su faceta teatral, cerca de la estepa de Anatolia, en la Turquía interior.

Nuestro hombre, Aydin, conversa con familiares, amigos, enemigos y conocidos. Son charlas mesuradas de tono, en las que a partir de grandes y pequeños temas se nos muestra cómo es el personaje y aquello que le rodea. Ahora se dedica a conversar y escribir una columna de opinión en un diario local, que le lleva horas ante el ordenador, es un hombre bien situado y respetado por la comunidad. Pero las conversaciones importantes son las que mantiene con su joven esposa Nihal, de la que ha ido distanciándose y su hermana Necla, que acaba de divorciarse yéndose a vivir con la pareja, compartiendo juntos una cierta soledad, bajo el mismo techo, uno de los temas del film.

Como decía, la oratoria asume un decisivo protagonismo, el gesto de los actores adquiere una relevancia inusitada, pero no es menos cierto, el retrato de un espacio inalterable, desde un otoño ocre a un invierno nevado que se convierte tanto en refugio físico como el lugar simbólico del que nadie puede escapar. De una simbiosis entre palabra y espacio, a partir de una puesta en escena que recuerda a los clásicos japoneses, concretamente Ozu. La desnudez del decorado, la propia arquitectura del hotel incrustado en la montaña, confundida con la naturaleza agreste del lugar.

Las figuras humanas de los personajes de Ceylan, son como las piedras del lugar en el que viven, firmes y seguras pero aisladas y en soledad. Una película humana y fluida que transmite emoción y reflexión. Los personajes se dicen cosas muy duras pero sin levantar la voz, sin apenas gesticular, mientras la cámara se mantiene a una cierta distancia, sin primeros planos. Un drama que va creciendo en intensidad a medida que avanza la historia, sin alardes pero… serena y profunda.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow