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Voto de Antonio Morales:
9
Comedia Llevado por un extravagante sentido de los negocios, Groucho mete en un barco con destino a Nueva York a las grandes estrellas de la Ópera de Milán. A bordo viajan también unos polizones: Harpo y Chico. Entre los tres revolucionan el barco, organizan un escándalo en Nueva York y convierten la noche del estreno en una locura que el mundo de la ópera nunca podrá olvidar. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Procedente del teatro de variedades, tuvieron que esperar la llegada del cine sonoro para llevar todo su humor disparatado y la subversión feroz de la realidad a la pantalla grande. Si el humor puede llegar a ser una fuerza de transgresión absoluta de las normas sociales, nadie como ellos lo supo utilizar con tan tremenda eficacia irreverente.

Gracias al productor Irving J. Thalberg, un cazatalentos desparecido prematuramente, los Marx pasaron de la Paramount a la Metro. El productor pensaba que hasta entonces, las películas de los Marx eran muy anárquicas y algo desequilibradas, por lo que era necesario atemperar y equilibrar ese humor tan genuino con un argumento más cuidado que incluyera, una historia de amor y las pausas musicales que diera al espectador un cierto respiro, pero siempre ensamblado en el argumento, una comedia disparatada pero también un musical y algo de romanticismo.

De este reajuste artístico surgió “Una noche en la ópera”, primera obra de la nueva etapa que incluye varias de las cimas del humor de los iconoclastas hermanos. El film marca también la partida del grupo de Zeppo que, en compañía de otro hermano, Gummo, decidió dedicarse a otras actividades vinculadas al mundo del espectáculo y abrir una agencia de artistas. Groucho, Chico y Harpo se encontraron con un guión escrito a su medida que se abre con un “mano a mano” entre Grouxo y la digna, imposible y a la vez imprescindible Margaret Dumont, están también dos de los momentos más felices y brillantes del grupo en sus dos variantes: el gag verbal, con el impagable diálogo de Groucho y Chico con el que titulo mi reseña, parodiando esa “letra pequeña” de cualquier papel que debemos firmar, insufrible, que casi nadie entiende por lo farragoso y técnico a la vez, y el más gestual y memorable que se refiere a la insuperable secuencia del camarote.

Paralelamente, el guión desarrolla una deliberadoramente ñoña historia de amor entre dos jóvenes aspirantes a divos del “bel canto” que no hace sino subrayar más el irrepetible ingenio de esos tres locos maravillosos. Una obra trufada de humor transgresor, satírico e irreverente, un monumento al absurdo. Donde encontramos innumerables frases ingeniosas y punzantes que se suceden a un ritmo trepidante, con unos gags que forman parte de los momentos más hilarantes en la antología del cine. Frases míticas que permanecen en el lenguaje popular como: “¡… y también dos huevos duros!” o “La parte contratante de la primera parte…”. Es en definitiva, el humor caótico e inolvidable de unos funambulistas del surrealismo.
Antonio Morales
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