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Voto de Antonio Morales:
10
Musical Un cantante y bailarín de éxito, a pesar de que atraviesa una etapa muy crítica, está decidido a volver a Broadway, el escenario que le dio la gloria y la fama.
27 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “Musical Americano”, es sin duda, el género cinematográfico que mejor ha envejecido, siempre permitió experimentar estéticamente nuevas formas de expresión artística, gracias a una absoluta libertad creadora. Ha sido siempre una explosión de entusiasmo, una forma de transmitirnos la alegría de vivir. “The Band Wagon” es uno de los mejores musicales de Minnelli, su cromatismo visual jugando con el color, terreno donde el genio del cineasta brillaba de manera incontestable. Es el baile y la danza como expresión dramática, a partir de un respeto absoluto por la coreografía, la elegancia y la armonía. La magia del espectáculo con una exquisitez visual de la puesta en escena. Un clamoroso y decidido homenaje al mundo del teatro musical con canciones fascinantes que forman parte de la memoria colectiva, por ejemplo: el título que encabeza mi reseña.

El estupendo guión pertenece a Betty Comden y Adolph Green (autores de “Cantando bajo la lluvia”). Es la historia de un director teatral demasiado ambicioso, cuyo musical sobre el tema de Fausto se convierte en un fracaso, seguramente por ser demasiado pretencioso y aburrido, para remediarlo la compañía monta una tradicional pero no menos atractiva revista de variedades. Por tanto, se trata de un retorno a la infancia del género, al “back stage” musical, cuando las tramas giraban en torno a la preparación de un espectáculo teatral. Alternando intrigas sentimentales entre bastidores con rutilantes calidoscopios musicales llenos de glamur, en un efusivo elogio a la fantasía.

En este gran musical, apreciamos la genial coreografía del gran Michael Kidd, los temas musicales son de Arthur Schwartz y Howard Dietz. Fred Astaire, en mi opinión, el mejor bailarín de la historia del cine, nos deslumbra con sus actuaciones en una estación de tren, el nostálgico (By My-self), en una sala de juegos (A shine on Your Shoes), la elegancia y el sentimiento en “Central Park” (Dancing in the Dark), la escena más romántica y deliciosa de la película, y en un bar de ambiente cargado (Girl Hunt), una sutil parodia del cine negro. En éstas dos últimas junto a la maravillosa Cyd Charisse, las piernas más bonitas del musical americano.

Con todo ello “The Band Wagon” revela el fulgor del sistema de estudios del que el productor Arthur Freed es su más genuino representante, que gracias al envidiable equipo de artistas que he detallado, constituye el fruto de un trabajo, de una tarea colectiva, poner en marcha un espectáculo de entretenimiento que la película alcanza de manera magistral. El film se erige como una apasionada defensa del espectáculo y de sus gentes, sin pretextos culturalistas ni trascendentales, más que un film prodigioso es el espectáculo por antonomasia.
Antonio Morales
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