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Voto de Antonio Morales:
10
Musical. Romance. Comedia Versión cinematográfica del mito de Pigmalión, inspirada en la obra teatral homónima del escritor irlandés G.B. Shaw (1856-1950). En una lluviosa noche de 1912, el excéntrico y snob lingüista Henry Higgins conoce a Eliza Doolittle, una harapienta y ordinaria vendedora de violetas. El vulgar lenguaje de la florista despierta tanto su interés que hace una arriesgada apuesta con su amigo el coronel Pickering: se compromete a enseñarle a ... [+]
1 de enero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la hora de juzgar esta película, sería conveniente tener en cuenta las reglas de la comedia musical, sin caer en la errónea miopía de la superficialidad de la trama, que esconde reflexiones como: la soledad, la misoginia, la importancia de la cultura como enriquecimiento espiritual del ser humano, las diferencias de clase social, para terminar planteándonos la pregunta clave que encierra esta grandiosa obra, pues al final… ¿Quién a cambiado a quién? Se trata pues, de una comedia musical mítica, de las mejores de la Historia del cine que gana prestigio con el paso de los años. Una soberbia adaptación de la obra “Pigmalión” de Bernard Shaw, trasladada desde el aclamado musical de Broadway a la gran pantalla. Un apasionante universo de la peripecia humana contada sin estridencias, sin vulgaridad y sin aspavientos. Vincente Minnelli estuvo a punto de filmarla, pero George Cukor demostró cómo se podía hacer un musical distinto a todos. Desde esos títulos de crédito en que las flores en todas sus variedades colores y formas, adquieren protagonismo, la pantalla panorámica se llena de distinción y elegancia.

Y es que, hasta la guerra de sexos podía recrearse en las carreras de Ascot, durante una de las mejores, lujosas y más divertidas secuencias, síntesis ejemplar de las cualidades plásticas de la película producida por Jack L. Warner que la convirtió en una gran superproducción. Su argumento es sobradamente conocido, incluyendo una oda a la comunicación mediante la lengua de Shakespeare y su correcta dicción. Brillante el agudo retrato de personajes y la coreografía musical, es que me resulta imposible encontrar algo negativo al film. Una obra mágica donde se dan cita la letra y música de Jay Larner y Fredericl Loewe, con un puñado de canciones inolvidables, la fascinante fotografía de Harry Stradling, un maravilloso diseño de producción (Cecil Beaton y Gene Allen) recreado en Estudio – pues ya no existía casi nada del Londres al que alude el dramaturgo –, plena de cromatismo y depurada técnica estilizada, gracias a un majestuoso pulso narrativo del veterano George Cukor que supo inyectarle al film una gran humanidad.

Un prodigio de lenguaje, de sintaxis cinematográfica, respetando y potenciando el espíritu de la obra, enriquecida por una brillante puesta en escena, de encuadres con una estructura y armonía perfectas. Una explosión de belleza y buen gusto con un descomunal Rex Harrison (Mr. Higgins) y una excelente Audrey Hepburn (Eliza Dolittle). Esta última en perjuicio de la entonces poco conocida Julie Andrews que junto a Harrison la había representado en escena. Y que cuando recogió su Oscar por “Mary Poppins” se vengó, dándole las gracias al productor Warner por no elegirla, ya que así pudo filmar la película fantástica de Disney. La película, remasterizada con una lujosa edición en DVD merece verse en versión original con subtítulos si no entendemos el inglés, pero jamás en la versión doblada que incluye el español hasta las canciones por lo que me parece una aberración y un sacrilegio que desvirtúa la obra.
Antonio Morales
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