Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
10
Drama. Musical Berlín, años 30. El partido nazi domina una ciudad donde el amor, el baile y la música se mezclan en la animada vida nocturna del Kit Kat Club. Un refugio mágico donde la joven Sally Bowles y un divertido maestro de ceremonias hacen olvidar las tristezas de la vida. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una vez un gran bailarín que dominaba la danza y el musical desde la modestia, su nombre era Bob Fosse, creció a caballo entre una época de clasicismo y otra de rebeldía y heterodoxia. Contribuyó como pocos a su arte, y cuando llegó la hora de divulgarlo a través del cine, descubrió, con la humildad con que hizo todo en la vida, que el cine no era solo el continente para mostrar sus habilidades. Era el contenido de una nueva forma de entender la música y el movimiento, e incluso a los seres humanos que habitaban los mundos angustiosos y frenéticos de esas artes, entre lo culto y lo popular, entre lo elegante y lo impertinente, a un paso del éxito y del fracaso, de la vida regalada o de la muerte en un único gesto de congoja y neurosis.

“Cabaret” es con toda seguridad la película más conocida de Fosse, arrasó en los Oscars (8) de 1972, que nació de un musical estrenado en 1968, producido por Harold Prince, y que surgió a partir de una continua “revisitación” a lo largo de los años en forma de diversas versiones y formatos de un contexto y una serie de personajes cautivadores. La apoteosis de la inteligencia y las intuiciones de Fosse sobre la gran pantalla. El escenario es minúsculo, las coreografías sencillas y realistas, el efecto sentimental, devastador. El guionista, Jay Allen, partía de los relatos nostálgicos que Christopher Isherwood escribió sobre el Berlin de los años treinta, con una sociedad profundamente politizada e imbuida de violencia, donde el nazismo afloraba como un prado en primavera.

El tratamiento que Fosse otorga al film, garantizaba que los espectadores no se hallaran simplemente ante un musical, sino ante una película madura en todos sus aspectos, especialmente sensata en su planteamiento histórico, dramático y metafórico. El aristócrata bisexual, el gerente del cabaret, Sally la “estrella”, la burguesa judía, el profesor británico; todos ellos son marginados en un entorno hostil que limita y ahoga sus ansias de vivir. Ominosamente, la calle y el cabaret mantienen un juego de paralelismo, y paradójicamente el entorno cerrado del local se va convirtiendo en el único reducto de libertad frente a una ciudad cada vez más esclava de la barbarie. “Cabaret” fue la revelación de Liza Minnelli (Sally Bowles), cuya personalidad estaba perfectamente diseñada para la exhibición: uno de los casos más agudos de exposición de emociones sin mecanismo de contención. Sally es un ser tan puro como promiscuo, tan fascinante como desolado, una criatura deliciosa.

La fascinante fotografía evocadora de un tiempo convulso, la turbia vida nocturna de Berlín, el fantasma del nazismo recorriendo Alemania, el mundo judío, la decadencia, y una cruda historia de amor. Más que un musical es un film con números y canciones intercaladas, que hacen avanzar el relato. Los números musicales son asombrosos por su audacia, su frescura, su provocación, ese magistral maestro de ceremonias, Joel Grey, anárquico e irreverente. El Kit Kat Club, es el espejo donde se ven reflejados los espectadores que asisten al espectáculo, despojados de las hipócritas convenciones sociales. Las canciones de “Cabaret”, “Willkomen”, “Money”, “Mein Herr”, “Meybe next time”, forman ya parte de nuestra memoria colectiva.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow