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Voto de Antonio Morales:
7
Romance. Comedia Gregory Peck es un periodista deportivo y Lauren Bacall, una diseñadora de moda de éxito. A pesar de que pertenecen a mundos muy distintos, tras una breve y apasionada relación se casan. Poco después de la boda, la convivencia provocará conflictos que ponen de manifiesto las enormes diferencias que existen entre ellos. Divertida comedia romántica de la Metro que se benefició de un reparto estelar, de un simpático guión -ganador del ... [+]
17 de julio de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al cineasta se le asocia siempre al musical, pero no es menos cierto que realizó excelentes melodramas y, también grandes comedias como “Designing woman”. Una obra de ritmo alado, divertida y desenfadada de celos y malentendidos, dentro de un estilo donde el diseño elegante y el color brillan a gran altura, en la que tampoco falta la música y la coreografía tan cercana al universo del cineasta. El director que convertía plácidamente en películas personales todos los compromisos que caían en sus manos gracias a aquello a lo que décadas atrás, cuando existía cierta preocupación por el lenguaje, se dio en llamar “puesta en escena”.

El punto de partida toma a una pareja formada por un cronista deportivo especializado en boxeo, Mike Hagen (Gregory Peck) algo torpe y desordenado, con una diseñadora de modas, Marilla (Lauren Bacall) hija de una familia acaudalada, culta y sofisticada. Por las diferencias sociales podrían parecer a primera vista incompatibles y condenados al fracaso, pero ellos se empeñan en que no sea así, aunque a costa de las concesiones y la renuncia o derrota de uno de ellos. “Mi desconfiada esposa” consiste en una sucesión de escaramuzas de la pareja, en ocasiones de sabor agridulce, que van preparando, lógicamente, un grandioso final. Cada uno se desenvuelve en unos ambientes distintos, tanto de amigos como de decorados, Mike aceptará sin presentar batalla abandonar su piso de soltero para vivir el mundo de su esposa, de tonos suaves, verde pastel del lujoso apartamento que Marilla domina con sus rojos vestidos y abrigos.

Los gags son ingeniosos y divertidos pero siempre elegantes y de buen gusto, es la colisión de dos formas de vivir la vida tan antagónicas que provocan la hilaridad en la mayoría de las situaciones. Minnelli no plantea una guerra de sexos (era demasiado pudoroso y poco comprometido para eso), sino una guerra de ambientes, de decorados que acaba proponiendo la confrontación activa de una visión dual de la existencia: la violencia del mundo de Mike (con ese ex boxeador zumbado y los mafiosos que le persiguen), frente al refinamiento del mundo de la alta costura y las fiestas de sociedad de Marilla.

Puede que la película no sea memorable pero todo está expresado con gracia y convicción, una comedia con dos mundos divergentes, donde intentan convivir las partidas de poker y las reuniones sociales y artísticas, los secundarios bordan sus papeles, la fotografía en Cinemascope y Metrocolor son apabullantes. Y todo con el toque personal de un gran Vincente Minelli que en esa época formaba junto a Judy Garland uno de los matrimonios más célebres de Hollywood.
Antonio Morales
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