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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Jing es una colegiala ingenua de la ciudad que debe trasladarse a un remoto pueblo en las montañas para su “reeducación” durante la Revolución Cultural. Su padre ha sido encarcelado por “derechista” y su madre lucha para alimentar a sus tres hijos. Jing sabe que tanto su futuro como el bienestar de su familia dependen de su buen comportamiento en opinión de las autoridades. Pero su prudente y tranquila existencia se ve trastocada cuando ... [+]
22 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este sencillo y bello film, el cineasta chino se adentra en el terreno del relato costumbrista, además de una hermosa digresión bajo el marco de una tierna historia de amor juvenil, pues propone de manera solapada una sutil pero dura visión de la China de Mao, una dictadura comunista que apenas ha evolucionado en el terreno de las libertades. Zhang Yimou que tras sus primeros éxitos internacionales, fue el encargado por el gobierno chino de dirigir la ceremonia olímpica de inauguración de 2008 en Pekin, granjeándose la triste fama de “cineasta oficial del régimen comunista”. En política todo es opinable y depende cómo se valore la postura de quien siendo conocedor de los defectos del régimen político bajo el que vive – y en este film demuestra conocer a la perfección su país –, en vez de emprender el camino del exilio, decide quedarse y trabajar “desde dentro”; a veces el valiente no es el que se va, sino el que se queda.

“Amor bajo el espino blanco” es una ferviente demostración de que no es ni complaciente, ni sumisa, ni acatadora del orden establecido. A través de una sencilla trama argumental, el cineasta es capaz de extraer un caudal de sugerencias. Una pudorosa historia de amor entre la jovencísima Jing y Sun, un poco mayor que ella, en la China maoísta de principio de los setenta. Zhang Yimou se sirve de esta romántica historia para criticar la China contemporánea pero lo hace con sutileza y discreción, aunque pueda pasar desapercibida a los adeptos a los grandes discursos. Resultando muy interesante el magistral contraste entre esa historia de amor tierno y la dureza del retrato de esa sociedad, sobre todo la espléndida combinación de delicada poesía que despliega Zimou para narrar lo primero y sin desentonar con lo segundo. Una apuesta arriesgada por su dificultad, encajando esos dos extremos con armonía.

Es una de esas películas que se atreve a hablar en voz alta de algo tan difícil de mostrar como los sentimientos. La relación de los dos jóvenes no puede tener más dificultades, ella es hija de un disidente político en prisión, una adolescente que se ve sometida a ser óptima en los estudios y el trabajo para conseguir un puesto como profesora que garantice la subsistencia de su madre y hermanos y que no puede cometer el error de enamorase de Sun, un joven ingeniero, todo respeto hacia ella, pero que la joven tiene miedo al embarazo indeseado, como le ocurrió a una amiga, dejando claro la mala educación sexual de la sociedad china. El carácter clandestino de su romance.

Llama poderosamente la atención la habilidad del cineasta en la progresión sentimental de la pareja, el juego amoroso por la expresión de sus manos en esos primeros planos, las lágrimas al tener que separarse, la atención que se prestan recíprocamente. Y cómo no, la simbología de ese árbol espino blanco, el árbol de los héroes chinos en que sus flores blancas se van convirtiendo en rojas por la sangre de los caídos. Ese árbol viene a erigirse en icono que expresa la dualidad sentimental para los jóvenes que se conocieron bajo ese árbol, una preciosa película.
Antonio Morales
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