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Voto de Antonio Morales:
8
Terror. Intriga En la costa de un pequeño pueblo del este de Estados Unidos, un enorme tiburón blanco ataca a varias personas. Por temor a los nefastos efectos que este hecho podría tener sobre el negocio turístico, el alcalde se niega a cerrar las playas y a difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón termina con la vida de un bañista. Cuando el terror se apodera de todos, un veterano cazador de tiburones, un oceanógrafo y el jefe de la ... [+]
3 de abril de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado más de 40 años y la película de Spielberg apenas ha envejecido, ha derrotado a multitud de remakes y sucedáneos que se han hecho sobre el tema. Yo siempre he sido un admirador del Spielberg lúdico, atrevido y menos del cineasta solemne y ceremonioso, es decir, prefiero “El diablo sobre ruedas”, “Tiburón”, “En busca del arca perdida”, “ET”, “Parque Jurásico” y “Caballo de batalla”; que “Amistad”, “Munich”, “Lincoln” o “El puente de los espías” que me parecen trascendentes y pretenciosas, aunque reconozco que “La lista de Schindler” y “Salvar al soldado Ryan” son dos excepciones grandiosas que merecen un respeto. Pero creo a diferencia de muchos, que el cine de entretenimiento puede ser tan digno, creativo y prestigioso, igual que lo es el cine de autor, el serio o el intelectual más o menos trascendente.

Porque el cine es emoción, Spielberg nos atrapa con la angustia y la tensión que produce el escualo, cuando no existían los efectos especiales digitales, el cineasta maneja con maestría las constantes del género, el montaje, los insertos, las tomas bajo el agua, la cámara subjetiva y la excelente música del maestro John Williams. El film discurre por cauces ortodoxos: la presentación de personajes, panorámica sobre el agua en el lugar donde sucederán los hechos, y el primer ataque del voraz depredador que sirve como prólogo al desarrollo de los acontecimientos dramáticos, todo ello durante la primera parte del film, para pasar seguidamente a la busqueda del escualo asesino, siempre con un lenguaje clásico para ofrecer al mismo tiempo, algunas de las soluciones expresivas más imaginativas de toda la filmografía de Spielberg.

La trama va desgranando un sutil discurso en torno al mar, entendido como fuerza de la naturaleza oscura e inquietante “esa masa espesa, casi impenetrable” que nos sugiere el mar durante la noche, y que erige a “Tiburón” no tanto en un film de miedo como en un film sobre el miedo, en este caso el miedo a los peligros del mar. A fin de cuentas, ¿Qué son las películas de Spielberg, sino relatos de supervivencia en los cuales sus personajes tienen que hacer frente a sus miedos, ya sea un camión desbocado, unas criaturas del espacio, un amor roto, unos dinosaurios, una esclavitud, un futuro dominado por máquinas, unos hijos arrebatados por la guerra, o un una sociedad dominada por la inseguridad?

Esta baza que supone un punto de inflexión en el film, respecto a la novela de Peter Blanchey en la que se inspira la película, la cual supera ampliamente en poder de sugerencia, está expuesta mediante una serie de imágenes que vinculan la amenaza externa, objetiva del escualo, con los temores internos subjetivos del personaje que centra esa digresión sobre el miedo al mar: el jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider) del que conocemos su aversión al mar. Aunque el film adapta el punto de vista de Brody, no hay que desmerecer, los dos personajes que acompañan en esa odisea que emprenden en la búsqueda del depredador marino: el pescador de tiburones Quinn (un excelente Robert Shaw) y el ictiólogo Hooper (Richard Dreyfus), de los cuales se traza una emotiva y acertada descripción de personajes. Después de ver “Tiburón”, siempre resultará inquietante bañarse en una playa nocturna.
Antonio Morales
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