Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
5
Drama. Bélico Cuatro soldados de la División Azul española que habían participado en la invasión del territorio soviético por parte del ejército alemán son apresados tras la expulsión de las fuerzas hitlerianas. Son enviados a campos de trabajos forzados y la única manera que tienen de vivir una vida mejor allí es renunciando a la nacionalidad española. Tan sólo dos de ellos aceptan tal condición, pero los otros españoles comienzan una lucha por ... [+]
1 de junio de 2016
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como prólogo a mi comentario sobre la película, sería conveniente aclarar, para los jóvenes espectadores, los despistados y los no iniciados en el tema, ya que el film no lo hace, y es que deliberadamente omite datos fundamentales que al régimen franquista no gustaba airear, sobre todo lo referido a la Falange que es casi ignorado. La 250 división, más conocía como, División Azul fue una unidad de voluntarios españoles (falangistas en su mayoría), que formó una división de infantería dentro del ejército de la Alemania nazi. Se creó para luchar contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Entre 1941 y 1943, cerca de 50.000 soldados españoles participaron en diversas batallas, fundamentalmente relacionadas con el sitio de Leningrado. Es decir eran españoles que fueron a defender el fascismo paranoico de Hitler, contra el comunismo del tirano y asesino que fue Stalin. A pesar de que Franco apoyaba moralmente a Hitler, oficialmente se había declarado como un país no beligerante en dicha guerra.

Por lo tanto, la película cuyo interés reside en los hechos históricos que recrea, sólo se puede aceptar como testimonio humano de unos héroes que defendían una causa poco presentable, al menos, así lo entendemos la mayoría de los ciudadanos después de analizar los acontecimientos y su contexto. Pues ambas causas, eran igualmente censurables, eran totalitarias, no defendían las libertades del ser humano, ni la libertades democráticas. Dicho lo cual, hoy en día, cuesta trabajo empatizar con nuestros sufridos y esforzados paisanos que lucharon tenazmente contra una causa tan execrable como la que ellos defendían y encima voluntariamente, que no por tu obligado reemplazo. Antes de los títulos de crédito, una voz en “off” nos dice: “Esta obra aspira a ser una síntesis de la aventura vivida por aquellos oficiales y soldados que, enrolados en la División Azul y prisioneros más tarde en los campos de Rusia, sirvieron a los mismos ideales que inspiraron nuestra cruzada..."

Estamos ante una película pues, de clara propaganda anticomunista, basada en el relato (Premio Nacional de Literatura de 1955), “Embajador en el infierno” escrito por Torcuato Luca de Tena, a partir de las memorias del capitán Teodoro Palacios, que acabó en manos del cineasta José María Forqué después de pasar por ser un proyecto de Nieves Conde y Sáenz de Heredia más tarde. Según la Comisión Episcopal Española de cine, comentaba: “El film adolece de algunos defectos, tales como la extraordinaria frialdad en el aspecto religioso y pintar unos personajes rusos demasiado buenos y blandos para con los prisioneros”. ¡Toma ya! La película es correcta y se deja ver como el drama vivido por unos prisioneros españoles durante años en campos de la URSS, sus precarias condiciones de vida y una encomiable superación personal, manteniéndose fiel a sus ideales, a pesar de las presiones denigrantes de los malvados soviéticos, entonces intachables conductas de nuestros héroes para la sociedad de los años 50.

Forqué tuvo que incluir algunos insertos del yugo y las flechas por presiones de la censura, aunque adolece de referencias falangistas por expreso deseo del escritor Luca de Tena que era monárquico. Además de una excelente ambientación, destaca en el reparto un excelente Antonio Vilar como el capitán Adrados, un bravucón al que no le importan sus hombres sino sus ideas fanáticas y su doctrina filosófica de iluminado defensor de los valores patrios. La película está bien narrada y consigue plenamente sus propósitos, aunque éstos sean torticeros por su maniqueísmo descarado y sectáreo. Todo ello bajo un inevitable fervor patriótico, ensalzando el fascismo con ilustraciones musicales como el “Cara al sol” falangista y el himno nacional que tampoco falta en este panfleto que sólo guarda interés como documento conmovedor e histórico de una peculiar época.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow