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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Jean y Juliette contraen matrimonio y emprenden su viaje de bodas a bordo de L'Atalante, una barcaza de la cual Jean es capitán. Junto con el marinero Père Jules y un joven cabinero, la pareja navega por los canales cercanos al Sena. El largo viaje resulta aburrido para Juliette, quien ansía conocer la Ciudad de la luz. Jean cumple entonces el deseo de su joven esposa y la lleva a París. (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jacques Louis Nounez, que en 1934 era un joven y arriesgado productor, animó a Jean Vigo a realizar una segunda película juntos, a pesar de que la primera, “Cero en conducta” (1933) había sido prohibida por su anarquismo, su carácter anticlerical y por la visión fugaz de un niño desnudo. Nounez eligió un argumento sencillo, una historia de amor en una barcaza que recorre los canales del río Sena, que Vigo transformó en uno de los más bellos poemas visuales de la historia del cine. Tras finalizar el rodaje, Jean Vigo que padecía tuberculosis, se retiró a descansar a una finca en la montaña, confiando al montador los últimos detalles técnicos, el cineasta murió poco después. El resultado no gustó a la productora, que le cambió el título al film añadiéndole una canción de moda en la época, cortándola y destrozando la obra de Jean Vigo, que sería estrenada a pesar de todo, sin gustar a nadie.

En 1990 apareció una copia íntegra anterior a los cortes de 1934. Gaumont, la productora que la había destrozado, esta vez, la restaura fotograma a fotograma y consigue una versión muy próxima a los deseos de Jean Vigo (1909-1934). Creador sensible y vanguardista, su escasa obra cinematográfica consta de cuatro títulos con un solo largometraje, con un estilo impregnado de un sentimiento lírico desesperanzado, que en ocasiones ha sido injustamente calificado de pretencioso. No puede haber pretenciosidad donde un artista alcanza de una forma tan clara sus propósitos estéticos.

En esta película Vigo se adelantó a su tiempo (valorando su contexto histórico), con secuencias de una calidad plástica inolvidable, la delicada forma de escrutar los rostros, los hermosos planos generales de L´Atalante y la irrealidad poética que se respira durante la película nos obligará ya siempre a lamentarnos de la prematura muerte de este director singular idolatrado por François Truffaut, según proclamaba en su libro “Las películas de mi vida”.
Antonio Morales
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