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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Ciencia ficción Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra... (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lars Von Trier es un cineasta interesante, original y culto, aunque algo pedante, capaz de crear imágenes bellas, hipnóticas e impactantes, como los diez primeros minutos de esta película, donde nos obsequia con la sublime música de Wagner (la obertura de su ópera Tristán e Isolda), para de repente pasar a un cine más cotidiano filmando la boda de nuestra protagonista, cámara al hombro siguiendo a los personajes y mareando un poco al espectador, con ese estilo que él lidera denominado dogma.

La película recrea una minimalista visión del fin del mundo a través del choque de personalidades de dos hermanas muy distintas, Justine, víctima de una profunda depresión que le impide ser feliz – cuando tiene todo lo necesario para serlo desde una óptica material -, acepta su destino con serenidad, convencida de que es lo mejor que puede sucederle a la Tierra, “mala por Naturaleza”. Intuye que estamos solos en el Universo y que el día en que desaparezcamos nadie nos echará en falta… Claire, por el contrario, vive la colisión con el planeta Melancolía con horror, pues sabe que no hay futuro posible. Su controlada y vulgar cotidianidad burguesa le ha hecho vivir en una constante fantasía de seguridad, de estabilidad artificiosa.

La ubicua presencia de la música de Wagner nos advierte que el cineasta, en todo momento, pretende pergeñar un film wagneriano (ya conocerán la consigna de Wagner sobre sus óperas, el arte total), al intentar romper con los tópicos del género de catástrofes, explotando la idea romántica de la belleza del caos. La película, no obstante, se decanta por un limpio intimismo: la elocuencia del gesto, de la mirada, del silencio más que de las palabras, reflejan el desconcierto y el miedo ante el inminente desastre.

Lo que más me ha impactado, personalmente, ha sido el grandioso trabajo como actriz dramática de esta Kirsten Dust, que hasta ahora la había visto en papeles poco interesantes de americanadas deleznables, que me ha seducido su belleza, su fisicidad y su capacidad para transmitir un estado de ánimo. Y por supuesto, la escena final es para descubrirse. ¡Chapeau!
Antonio Morales
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