“No hay nada nuevo bajo el Sol” nos dice el siempre muy actual Eclesiastés bíblico. Y es que en el futuro la historia humana se seguirá aburridamente repitiendo dejando establecido que los niveles de justicia social son apenas inmutables. La Tierra convertida en desierto y tugurio para los humillados y explotados, mientras que el “cielo” para los privilegiados y ricos. Salud e Inmigración son los leitmotiv de ésta película perfeccionista en sus efectos técnicos pero que adolece de un discurso plano y previsible que la termina empobreciendo. La creatividad de los guionistas estadounidenses no está a la par de su virtuosismo técnico y material. No basta con tener una buena historia sino que también, y esto es lo relevante, hay que saber contarla. Matt Damon, en una interpretación “por encargo” procura hacernos creer que de verdad es un revolucionario justiciero galáctico empeñado en redimir a la humanidad desplazada. Y esto sí que es llamativo porque los desplazados en el futuro seguirán siendo los hispanos instalados en el Sur de los Estados Unidos y a quienes hoy las políticas de inmigración los consideran como auténticos delincuentes, tanto es así, que los clandestinos que logran hacerse con una anónima presencia en la tierra del Tío Sam carecen de la más elemental atención médica para sí mismo y sus familiares. Que el tema es de actualidad, qué duda cabe, aunque a nosotros nos hubiese gustado hacerlo más interesante cinematográficamente hablando.