Gran Torino es el examen de conciencia que hace Eastwood en torno a la violencia urbana y la convivencia inter/étnica en los Estados Unidos actuales. Para éste republicano “justo” la salida ante la violencia no es la violencia, como en un primer momento pareciera ser el mensaje que intercala en cada momento el protagonista al que el mismo Eastwood da vida, sino la aplicación del orden legal a través de la justicia formal. El mensaje está claro y va destinado básicamente hacía sus propios conciudadanos, y en especial, a la juventud. Los guetos en las grandes ciudades estadounidenses son auténticos territorios de nadie donde las bandas se enseñorean y cobran peaje; la ley de la calle se impone sobre la ley del Estado, y ésta situación presenta un estado de guerra permanente que acalla toda posibilidad de una convivencia pácifica. Eastwood ha demostrado tener una sensibilidad especial en tratar los temas que aborda, y sus películas representan auténticos mensajes civilistas y humanistas que sorprenden por la sencillez y contundencia en que son presentados.