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Ciencia ficción. Drama. Intriga
En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
31 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con su particularísimo ritmo, «Stalker» proyecta en la pantalla el eco que deambula por la mente del ermitaño. Al adentrarse en «La Zona», los protagonistas dejan atrás las calles asfaltadas y señalizadas, y se pierden en el laberinto de los repliegues espirituales, laberinto especialmente intrincado en el caso de nuestros protagonistas. Una vez entre sus muros, es posible no hallar jamás la salida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La travesía por «La Zona» les lleva, por fin, al lugar donde se cumplen los deseos más profundos, lo más ansiados al tiempo que más ocultos por el ramaje del inconsciente. Sorprendentemente, ninguno quiere cruzar el umbral, y es entonces cuando Tarkovsky lanza al público su aterradora pregunta: ¿qué harías tú si tuvieras la oportunidad de satisfacer tus deseos enraizados en el inconsciente? Ni el más hedonista podría responder a esta pregunta sin considerar las consecuencias. Aparentemente, ¿quién podría negarse a semejante satisfacción? Pero, considerado con más detenimiento, ¿acaso alguien puede tenerse a sí mismo como un ser de luz que sólo desea el bien de forma altruista? La naturaleza cándida del hombre no es más que una máscara que nos ponemos ante el espejo, no es sino el maquillaje que se aplica la consciencia. Si los deseos supremos son tan profundos, es porque han sido enterrados para alejarlos de la luz del día. En todo caso, «Stalker» también sugiere una pregunta más: ¿es que existe ese deseo supremo? ¿No simplificamos la idea de felicidad al identificarla con una satisfacción particular de deseos? Quizás sea más acertado considerar que existe, más bien, una urdimbre de deseos interconectados, y que necesitamos enterrar algunos en lo más oscuro de nuestro abismo para no poner en peligro la integridad de la urdimbre en su conjunto.