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Voto de Doctor Zaius:
1
Fantástico. Romance. Thriller Edward Cullen (Robert Pattinson) decide abandonar a Bella Swan (Kristen Stewart) para mantenerla alejada de los peligros del mundo vampírico. Con la ayuda de Jacob Black (Taylor Lautner), su amigo de la infancia y miembro de la misteriosa tribu quileute, Bella intentará superar el abandono de Edward, que la ha dejado sumida en el mayor de los desconsuelos. Pero los peligros siguen acechando a la joven; nuevas y asombrosas criaturas ... [+]
8 de diciembre de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los indios viven en una reserva. La naturaleza los castiga con una maldición: nunca llevan camisetas, conducen camionetas destartaladas, tienen chozas que son talleres mecánicos y, cielo santo, se convierten en lobos de 4x2 (metros). Ay, que son cuatro, me he confundido al contar. Los hombres blancos (pero de verdad, no este color rosáceo nuestro), visten de Armani o Calvin Klein, conducen Volvos, Mercedes o Porsches, viven en chalets de diseño y, cielo santo, se pirran por la sangre humana. Una chica de pueblo con cara de necesitar urgentemente una barrita de all-bran se enamora de un chupasangres-vegetariano. Él la quiere tanto que la deja por su bien, no vaya a ser que le coja gusto al mercedes, a la casa de diseño y, cielo santo, al sabor de la sangre humana. Ella, para consolarse se acerca al club de los-sin-camiseta, y hace un amiguito que, cielo santo, se enamora de ella. Durante toda la película se ven confrontados el modo de vida indio con el modo de vida blanco. Los blancos chupan la sangre. Los indios protegen el territorio de su presencia. Aparece un negro y los indios-lobos se lo comen en un claro guiño al espectador contra los esclavos que se pliegan al hombre blanco. Los lobos quieren participar en el campeonato mundial de saltos acrobáticos desde el acantilado. Después de dos horas en los que la película nos interroga acerca de las disputas sobre la posesión de los medios de producción en la norteamérica colonial, de pronto aparecen unos italianos que encarnan a la nobleza blanca. La relación dialéctica entre nobleza y burguesía se resuelve con un pacto entre ellos y otro con el proletariado indígena. Mientras tanto la protagonista desecha la camioneta y elige el Volvo y dice, quiero ser uno de los vuestros. Vale, dice él, dame un tiempo para pensármelo. Los indígenas se retiran al bosque y los blancos se lo llevan todo. El lobo se retira con "el capital" entre las piernas, augurando una tercera parte en la que, con toda probabilidad, habrá una revolución.

La película está narrada con el mismo brío que los documentales sobre la vida del papa Juan Pablo II, y su argumento presenta el mismo interés que conocer el final de un anuncio de móviles. El protagonista principal transmite las mismas emociones que un lápiz Staedtler del IV cuando uno lo mete en el afilalápices y le vueltas en el sentido de las agujas del reloj. Se salva la actriz que hace de su hermana, que con su interpretación de una Audrey Hepburn pasada de coca, al menos arranca alguna sonrisa de simpatía. Lo de los indios sin camiseta en plan Cristiano Ronaldo acaba siendo un cachondeo: llueva, nieve, hiele, haga frío, calor o caigan meteoritos, ellos en plan surfistas hawaiianos. Ay que risas cuando los vampiros brillan a la luz del sol.

Una pregunta: si de toda la vida vampiro=sangre+sexo, ¿qué puñetas es este rollo en el que no hay sangre, no hay sexo y sólo falta que los protagonistas se cojan de las manos para cantar aquello de "juntos como hermanooos"?
Doctor Zaius
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