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Voto de chemivar:
8
6,3
270
Drama
Chocó es una mujer campesina, negra, en la plenitud de sus veinte años, lleva a cuestas una familia de dos hijos menores y a Everlides, su esposo, un músico que sólo sabe tocar marimba, beber biche y jugar dominó. En la mañana ella trabaja buscando oro en el río San Juan y en las tardes lava ropa de otras familias para alimentar y educar a sus hijos. Es el cumpleaños de la pequeña Candelaria, y por primera vez Chocó le promete una ... [+]
20 de julio de 2014
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Vi nuevamente la película dos años después del estreno y es de aquellas que se disfruta más y se entiende mejor al repasarla. Va de violencia pero no la del narcotráfico, no la de la guerra de guerrillas. La violencia casera, la que perpetúa las otras dos. Mucha gente no la vio en Colombia por no querer recibir mas de lo mismo.
Pero ella no es más de lo mismo. La guerrilla apenas se ve pasar a lo largo de la carretera en tres segundos cuando van las mujeres hacia el trabajo. El narcotráfico no se nombra y nadie consume más que cigarrillo y alcohol. Lo primero que vislumbré muy claramente es algo que se dice a diario al analizar el machismo: la mujer es su cómplice y perpetuadora. A pesar de que la niña está en su cumpleaños es el niño quien tiene derecho a sentarse en la única silla del comedor. Pero no es que la mamá no la quiera. Por el contrario pasa toda la película intentando concederle su deseo: tener una torta de verdad. Pasan varios días y la torta va envejeciendo en el mostrador de la tienda pero no la lucha por conseguirla.
Con cariño recordé pasajes de mi infancia cantando con las palmas a Don Pepe y su barriga, que Chocó y la niña interpretan magistralmente con dramatización y todo.
También el hecho de destrozar cualquier flor o un atado de hojas (en vez de las famosas margaritas) para saber si un hombre te quiere o no.
Estas chocoanas manteniendo a sus maridos también me recuerdan a mis antiguas compañeras de trabajo en el mismo oficio, solo que amargadas y mal servidas.
Pero ella no es más de lo mismo. La guerrilla apenas se ve pasar a lo largo de la carretera en tres segundos cuando van las mujeres hacia el trabajo. El narcotráfico no se nombra y nadie consume más que cigarrillo y alcohol. Lo primero que vislumbré muy claramente es algo que se dice a diario al analizar el machismo: la mujer es su cómplice y perpetuadora. A pesar de que la niña está en su cumpleaños es el niño quien tiene derecho a sentarse en la única silla del comedor. Pero no es que la mamá no la quiera. Por el contrario pasa toda la película intentando concederle su deseo: tener una torta de verdad. Pasan varios días y la torta va envejeciendo en el mostrador de la tienda pero no la lucha por conseguirla.
Con cariño recordé pasajes de mi infancia cantando con las palmas a Don Pepe y su barriga, que Chocó y la niña interpretan magistralmente con dramatización y todo.
También el hecho de destrozar cualquier flor o un atado de hojas (en vez de las famosas margaritas) para saber si un hombre te quiere o no.
Estas chocoanas manteniendo a sus maridos también me recuerdan a mis antiguas compañeras de trabajo en el mismo oficio, solo que amargadas y mal servidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Está tan bien logrado lo de que termine en una muerte y empiece con un funeral que la primera vez no me di cuenta de quien era el muerto. Pensaba que ese momento estaba ahí solo para introducirnos en la música chocoana de funeral y las costumbres religiosas de la zona.
También lo están los cortos "flashback" en los que se entiende por qué esta mujer se enamora del músico vagabundo que es su marido. Solo las muchas "lágrimas" (a ella no se le ve nunca llorar, solo quejarse y reclamar) pagan ese rato de gozo.
También lo están los cortos "flashback" en los que se entiende por qué esta mujer se enamora del músico vagabundo que es su marido. Solo las muchas "lágrimas" (a ella no se le ve nunca llorar, solo quejarse y reclamar) pagan ese rato de gozo.