Pillo la peli en el vídeoclub. Sé que es un documental. Me digo: "Bueno, será como un making of de La pasión. Vale. Pues la vemos. Una botella de coca-cola abierta de por la mañana con un trozo de galleta flotando y unos yogures del chino, que me pilla de paso. Veo la peli. El documental. Me meto en la cama y no pego ojo en toda la noche porque al perro de la vecina le están saliendo las muelas y ladra como un hijoputa. A media mañana, me tocan al timbre un par de comebolas. Los comebolas van siempre de dos en dos, suelen ser rubios, tienen beca de estudios, una chapa negra en la solapa y llevan libros bajo el brazo. Libros gordos. Me sueltan un rollo que te cagas sobre no sé qué puta mierda del amor al prójimo y sobre los valores de la familia o la amistad de los cojones. Como apenas he dormido, no puedo evitar imaginarme al perro hijoputa de la vecina mordiéndoles los huevos a estos dos. Les digo que no me interesa, sonrío, les digo que no me interesa, sonrío, les digo que no me interesa. Cierro la puerta. Despacio, pero con firmeza. Soy civilizado. Uno de los comebolas me cuela un DVD por debajo de la puerta. Lo cojo. Tiene una pegatina con la foto de un melenudo y un rótulo que dice no sé qué de que vengan a mí los no sé qué. Dejo el DVD sobre la mesita de noche, junto a la peli que alquilé ayer.

La gran pregunta, ahora, la gran pregunta de los cojones es cuál de los dos DVD's es el que tengo que devolver al vídeoclub, que me van a joder con el recargo como me retrase.