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España España · Alicante
Voto de Kazafun:
9
Ciencia ficción. Romance Una visión futurista de Shangai que presenta una sociedad en la que los recuerdos pueden ser borrados y los peligros pueden predecirse. William (Tim Robbins), enviado a Shangai para investigar un fraude en la compañía de seguros Sphinx, tiene un virus que le permite leer la mente de los demás. Maria (Samantha Morton), que trabaja en Sphinx creando "papelles", documentos indispensables para que la gente pueda hacer cualquier cosa, es la ... [+]
6 de enero de 2009
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La una y media de la mañana de un lunes, llegó a mi casa con una copa de más, pongo la tele mientras me descalzo. Una película comienza, una imagen me detiene, un plano aéreo de un desierto salpicado de dunas se desliza lenta y majestuosamente por la pantalla. Es hipnótico, y me doy cuenta de que no se trata de algo vulgar. Es la una y media de la madrugada y tengo que ver esta película.

Un mundo futurista, pero cercano, terriblemente familiar, como si se agazapara a la vuelta de la esquina. Una distopía probable, eso asusta.
Tim Robbins investiga en un mundo globalizado hasta el extremo, un lenguaje mestizo. Todo es frío, limpio, pulcro... distante.
La fascinación de un Shanghai ultramoderno..., es terrible percibir que la inmensa mayoría de escenarios y arquitecturas no son atrezzo sino que ya existen. Ya, hoy.
Atravesamos un Shanghai multiétnico y maravilloso y es cuando comprobamos que ese fachada tecno-minimalista tiene un precio.

Debe ser cierto que medrar en mundos futuros siempre es a costa de perder humanidad. Así nos lo muestran en "Blade Runner", bajo ese prisma nos deslumbra Kar-Wai en "2046".
Quizá, faltando en ambos esa humanidad, apreciando su escasez, Tim Robbins se entrega a Samantha Morton y Samantha Morton se entrega a Tim Robbins.

En asépticos pasillos de una fluorescencia blanquecina, entre reflejos azulados, vidrios ultramodernos, se desarrolla un amor extraño, irreal, onírico, nos parece frío, pero sigue siendo bello.
A estas alturas ya nos hemos dado cuenta de que el precio de globalización extrema, de esa pulcritud tecnológica, en fin de esa modernidad, es haber perdido libertades. Controles genéticos para ser uno más, para pertenecer, para no estar "fuera". Amor ilegal.

Un lugar lejano e impoluto. Dos personas hastiadas de un mundo distante. La comparación con "Lost in translation" es inevitable. Pero aquí todo es más frío, porque todo es más terrible.

En la huida apenas atisbamos la calidez de los de "fuera", pero seguimos enamorados de la potencia visual que Winterbottom nos está regalando. Son las tres de la madrugada, y mientras en mi cabeza todavía tronan los besos de esos personajes, bajo el aura de una iluminación portentosa, percibo al fin, y en el último minuto de la película la humanidad en la mirada intensísima de Samantha Morton, el drama hace aflorar lo más humano, en el aire ecos de Coldplay acaban por redondear una película extraordinaria, única, y una lágrima se me salta.

Solo cuento con la certeza de que lo que escriba mañana sobre la película quizá nadie lo entienda, nisiquiera yo mismo. Y el desierto resbala majestuoso desde un plano aéreo.
Kazafun
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