Poco artificio técnico, pero con una gran carga de resistencia del ser humano. La historia en sí es de las que gusta conocer, pero también su protagonista la ha sabido vender muy bien.
Es una película directa, no se está a indagar mucho en vestuarios de los años 80, hacer un estudio pormenorizado de cada plano, ni otros detalles. Es más bien tratar de ver a través de sus protagonistas la fugacidad de la vida, ser conscientes de que entre la felicidad y la tragedia hay una fina pared que en cualquier momento se puede romper.
Lo que prevalece es el valor de la historia que se cuenta, con el añadido de que se rueda en la selva lo que le da un colorido y una naturalidad que hace el disfrute de los que se quedan embelesados con los parajes naturales que salen en los films.