Película de sobremesa, que llega a cumplir muy justito con el objetivo de entretener.
Todo se desarrolla en las mesas de unos agentes del FBI, y los asesinatos en un sótano. Tiene un cierto toque diferente, al hacer que los asesinatos se consuman al ir aumentando la audiencia de la página web en la que se muestra a la posible víctima, que a la vez sirve como crítica a la morbosidad de lo que en estos tiempos se vive en internet. Tenemos una mirilla a muchas partes del mundo en nuestro ordenador, así como en muchos programas de televisión que cuando más sufre o llora una persona, más gente lo ve.

Jennifer Marsh ( Diane Lane) es un agente del FBI que trabaja en delitos cibernéticos. Se nos presenta cómo es el trabajo y la vida familiar de Jennifer.
Un ciberasesino retransmite en directo a las personas que ha secuestrado, con una premisa: cuando más gente vea la página web, más posibilidades tiene la víctima de morir.

Tiene todas las escenas clásicas de una película policíaca: reuniones entre equipos de policías, ruedas de prensa para informar públicamente de cómo va el caso, conversaciones entre compañeros, la protagonista sigue con su trabajo en casa, la interrumpen durante el cumpleaños de su hija.

Nota: 4’5/10 pero la originalidad en las muertes, hace que le dé el 5.