No puedo negar que, en mi caso, fue la magnífica Adèle Exarchopoulos (La vida de Adele, 2013; Los anarquistas, 2015) la que me atrajo a este pequeño (en cuanto a producto) drama francés sobre el ya tantas veces tratado regreso a casa, ya sea por tragedia familiar, por aventura vital fallida, o simplemente, de visita. Sin embargo, fue su sencillez y cercanía lo que me mantuvo ahí.
La historia trata (sin spoiler) sobre un joven que vuelve a su pueblo natal, de donde huyó a raíz de un conflicto familiar, para encontrarse con su testarudo padre, su madre enferma, y la viuda de su hermano (Adèle) acompañada siempre de su hijo pequeño. La predisposición de nuestro protagonista a tratar de apaciguar toda situación en la que se envuelve en esta visita le llevará a (por muy tópico que suene) a enfrentarse con los sucesos del pasado y, por qué no, plantearse su destino.
Sin tratar de extenderme mucho, lo mejor de esta película, como ya adelanté, es la facilidad con la que comienzas a empatizar con los dos personajes principales (los dos geniales) que serán los que sostengan el pulso narrativo en todo momento, y un ambiente tan sencillo y cercano del que te viene a la cabeza un "hostia, esto me podría pasar a mí". Todo ello, sumado a un guión que no tiende a caer en el exceso del melodrama (salvo una incómoda escena, pero eso es muy personal) y a una duración de apenas 80 minutos, hacen de "Revenir" una interesante cinta completamente disfrutable, como ya dije, sin excesos (ni buenos, ni malos) y recomendable para todo aquel que desee indagar un poquito en el cine independiente del país vecino.