Espectacular. Uno acude al cine esperando ver una película que sirva como excusa a la presentación de continuos gags de payasos haciendo cosas impropias de su simpática profesión. Y sale con la sensación de haber visto algo grande. El impacto visual de unos títulos de crédito que mezclan el franquismo y la cultura española de la época con los monstruos del cine anticipa que esta película, bañada de una omnipresente promoción en su estreno (es lo que tiene ser el director de la Academia), puede que vaya más allá.
Y lo hace. Tras unas escenas de ubicación inicial memorables, la valentía con la que se introduce en hechos históricos y la visión macabra y romántica de un circo donde seres desequilibrados luchan entre ellos, contra la sociedad y contra sí mismos. La fotografía ayuda mucho, dotando al conjunto de un amargo dramatismo en el que sus personajes se vuelven aún más patéticos. La continua evolución de la trama hace que la película no se estanque, y que contagie al espectador de la espiral de destrucción de los personajes del film, esperando el siguiente paso de un guión que se presenta como una serie de enrevesados acontecimientos, huyendo de la estructura clásica de inicio-nudo-final feliz. Utiliza elementos de comedia, dramatismo, dosis de gore, macarrismo, marco histórico...pero todo en una comedida dosis, para dejar al espectador con ganas de más y no lograr ubicar la comedia.
Genial también el duo formado por Carlos Areces y Antonio de la Torre. ¿Quién iba a decirnos que el Bonico del Tó lograría transmitir tanto desasosiego? Carolina Bang también es espectacular, aunque por otras razones. Dos concretamente.
No me extraña que Tarantino se riera en su proyección, aun despojando en su caso a la película del trasfondo histórico que le haría relacionar muchos hechos y lugares.