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Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Voto de Salvapantallas:
6
Thriller. Acción. Comedia Un veterano agente secreto inglés (Colin Firth) debe entrenar a un joven sin refinar (Taron Egerton), pero que promete convertirse en un competitivo agente gracias a un ultra-programa de entrenamiento, al mismo tiempo que una amenaza global emerge procedente de un genio retorcido. Adaptación del cómic de Mark Millar y Dave Gibbons. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2015
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si usted cree que James Bond, Jason Bourne, Jack Bauer y todos los demás agentes se han vuelto demasiado serios, el nuevo trabajo del director Matthew Vaughn ofrece un menú de sesos voladores, hombres cortados por la mitad y una buena cantidad de masacres acompañados de humor pícaro, pirotecnia y música electropop. Si esta premisa no le parece demasiado extrema, puede haber encontrado una buena dosis de entretenimiento.

En Kingsman, el espía principal, interpretado por Colin Firth, posee las únicas dos cualidades que han necesitado sus famosos predecesores en la pantalla grande: lucir elegantes y ser invencibles con armas y puños. Sin embargo, el valor trascendental es el mismo que distingue al más reciente 007 que interpreta Daniel Craig: el espía es vulnerable, duda y sufre.

Precisamente por un error suyo asesinan a un compañero de Kingsman, una agencia de inteligencia internacional e independiente. Esto lo lleva a sentirse responsable por el futuro de su pequeño hijo Eggsy, ahora huérfano. Diez años después, este es un joven con problemas de drogas, líos policiales y pandillaje, a quien igual intenta entrenar con la ayuda de Mark Strong y Michael Caine (equivalentes a los Q y M de Bond) para reemplazar a otro agente secreto de Kingsman caído durante una peligrosa misión.

Quizás Eggsy no sepa cómo vestir elegante ni comportarse en sociedad como un caballero, pero tiene las suficientes habilidades callejeras y los sólidos valores de trabajo en equipo para competir con otros reclutas jóvenes –más entrenados y de la alta estirpe burguesa– para ser aceptado en Kingsman. Las escenas de campamento juvenil para espías demuestran como todas esas otras películas de agentes secretos adolescentes son un fiasco sin sentido del humor, el suspenso y la adrenalina.

Y es que Matthew Vaughn puede tener todas las habilidades para entender lo que quiere un adolescente, pero el éxito de esta película radica en que es un verdadero entretenimiento para adultos en forma de parodia del cine de espías. Las burlas bien colocadas sobre otras películas de agentes secretos y las innumerables referencias a films de acción y aventuras, muy similar al cine de Tarantino, quizás no sean entendidas por los más jóvenes, pero logran encender el humor en la sala de cine para todos los públicos.

Vaughn es un cineasta contemporáneo que posee tantas ganas por crear material original y creativo como sensibilidad suficiente por el contenido mainstream. El guión de Kingsman utiliza la sátira para desafiar, criticar e integrar al mismo tiempo la cultura del consumo y las sociedades clasistas, entre otros temas. Todo ello sin perder el sentido del entretenimiento, a pesar del estilo ultra electrificado del director que puede resultar excesivo. Pues, con Kingsman no se puede decir que una película de Matthew Vaughn es aburrida y superficial. Eso es más de lo que puedes decir acerca de muchos otros directores contemporáneos.

No obstante, Kingsman se limita más de la cuenta en solo contar lo permisible para todos los públicos y existe una sensación constante de que el guión está atado de manos por las garras de una productora. Se contenta con ser una película que entra en el paquete familiar, cargada de personajes con viejas motivaciones demasiado explícitas –la lealtad, la culpa, la venganza–, cuando podría ser una oportunidad para desafiar aún más el estilo demasiado santurrón del cine comercial.

Además, Kingsman tiene un ritmo narrativo demasiado acelerado que casi siempre resulta un innecesario despilfarro de balas y golpes, en lugar de un uso más sistemático de la violencia. Algunos preferimos combinarla con algo más de piel desnuda y suspenso en la propuesta. Pues una película que van tan aprisa dispersa la atención y puede extraer la reflexión del público sobre la historia que cuenta, por más que vivamos en la generación del Twitter.

A pesar de ello, el conflicto de la película adquiere un perfecto espiral in crescendo por ver quién controla la paz mundial cuando se descubren las temibles intenciones del villano Samuel L. Jackson. Sobre todo en la magistral escena ultra violenta y ultra radical en la Iglesia. A partir de ahí sabemos que nunca entenderemos del todo a este malvado personaje, y no comprenderlo puede garantizar una gran experiencia en el cine: cualquier cosa puede pasar. Risas, adrenalina y una pizca de profundidad argumental son la marca de fábrica de Matthew Vaughn que hace de Kingsman una enorme, sonora y carnosa nalgada al cine de espías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Salvapantallas
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