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Voto de Alien:
8
7,1
8.241
Drama
Habiendo sobrevivido más que sus contemporáneos, el anciano "Lucky" se encuentra en el tramo final de su vida, donde se verá impulsado a un viaje de autodescubrimiento. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2017, el actor John Carroll Lynch debutó como director con esta pequeña joya que llegó a nuestro país solo a contadas salas de cine. Su protagonista, Harry Dean Stanton, falleció poco después de su estreno, por lo que Lucky fue su última película. Dicho esto, debo decir que Lucky me parece una de las cartas de despedida más hermosas para un actor. Y bien merecido está este homenaje a Harry Dean Stanton, un actor de filmografía más que respetable y que siempre cumplió con creces su rol de secundario (no recuerdo muchas películas de él como
protagonista).
Sale el sol, nos situamos en un paisaje desértico, un galápago va de derecha a izquierda de la pantalla, un hombre mayor se despierta y comienza su rutina diaria: se lava, se enciende su cigarrillo mañanero, realiza diversos ejercicios físicos para estar en forma, se toma su gran vaso de leche preparado del día anterior, se viste y sale a la calle. Y así, comienza un nuevo día para Lucky (Harry Dean Stanton). En los primeros minutos de la película presenciamos, básicamente, el día a día de un anciano que se pasa el tiempo haciendo crucigramas, manteniendo una relación cordial y amistosa con la gente de su alrededor, viendo concursos de preguntas en la televisión y quedando por las noches en el bar para charlar con sus amigos en un tono de lo más filosófico. De esta manera, Lucky, es un hombre de avanzada edad cuyo cuerpo y mente gozan de gran salud. Nada hace pensar en él que algo malo le pueda ocurrir… hasta que un día, de forma inesperada, se cae.
Lucky es de esas películas que con muy poco ofrecen muchísimo al espectador. El retrato que realiza sobre la vejez y el fin de la vida está narrado de forma apabullante sin necesidad de recurrir a situaciones dramáticas. Al contrario, la película está repleta de diálogos en los que el humor negro toma presencia y funciona muy bien. No cabe duda de que estamos ante un trabajo realizado con cuidado y respeto hacia lo que se cuenta, y que el espectador sabrá apreciar y, le guste más o le guste menos, no quedará indiferente tras el visionado de la película.
protagonista).
Sale el sol, nos situamos en un paisaje desértico, un galápago va de derecha a izquierda de la pantalla, un hombre mayor se despierta y comienza su rutina diaria: se lava, se enciende su cigarrillo mañanero, realiza diversos ejercicios físicos para estar en forma, se toma su gran vaso de leche preparado del día anterior, se viste y sale a la calle. Y así, comienza un nuevo día para Lucky (Harry Dean Stanton). En los primeros minutos de la película presenciamos, básicamente, el día a día de un anciano que se pasa el tiempo haciendo crucigramas, manteniendo una relación cordial y amistosa con la gente de su alrededor, viendo concursos de preguntas en la televisión y quedando por las noches en el bar para charlar con sus amigos en un tono de lo más filosófico. De esta manera, Lucky, es un hombre de avanzada edad cuyo cuerpo y mente gozan de gran salud. Nada hace pensar en él que algo malo le pueda ocurrir… hasta que un día, de forma inesperada, se cae.
Lucky es de esas películas que con muy poco ofrecen muchísimo al espectador. El retrato que realiza sobre la vejez y el fin de la vida está narrado de forma apabullante sin necesidad de recurrir a situaciones dramáticas. Al contrario, la película está repleta de diálogos en los que el humor negro toma presencia y funciona muy bien. No cabe duda de que estamos ante un trabajo realizado con cuidado y respeto hacia lo que se cuenta, y que el espectador sabrá apreciar y, le guste más o le guste menos, no quedará indiferente tras el visionado de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
“El realismo existe”
En un momento dado de la película, Lucky lee que el “realismo es la actitud o práctica de aceptar una situación tal como es, y estar preparado para enfrentarse a ella como toca”, un concepto que parece tenerlo bien asimilado menos cuando la vida le muestra la realidad y tiene su accidente. Lucky va al médico para someterse a ciertas pruebas. ¿Cuáles son los resultados tras la caída? No hay huesos rotos ni traumatismo. La tensión, bien. El corazón, bien. Los pulmones, bien (a pesar de que fuma un paquete diario de cigarrillos). Lucky no bebe más de la cuenta, ni se marea, ni le fallan las rodillas. Entonces le pregunta al doctor qué le ha podido suceder, el motivo de por qué se cayó. El médico tiene la respuesta: “eres viejo, cada vez más. El cuerpo se quebrará en algún momento, nadie vive eternamente”. Lucky no acepta esa respuesta, pues no comprende por qué teniendo buena salud le pueda suceder algo así.
“¡Capullos!”
A lo largo de la historia vemos cómo Lucky suelta su rabia hacia un lugar que al final de la película sabremos qué es y por qué expresa su malestar. Lucky es un hombre bastante expresivo y se nota cuando algo no le gusta, y más a partir del momento que sale de la consulta, pues se va enfadando con mayor facilidad debido a su descontento por la respuesta de su médico.
“¿Te puedo contar un secreto?”
El primer cambio de actitud de Lucky llega cuando suena una versión de la canción I See A Darkness, interpretada por Johnny Cash. Lucky ha estado pensado y ahora acepta lo que le ocurre, pero con miedo. Y es que es difícil aceptar que te haces mayor y que cada vez está más cerca el día de tu muerte cuando aún tienes una salud excepcional. Por eso le confiesa a una amiga que tiene miedo, necesita compartir su preocupación y poco a poco ir asimilando esa idea del fin de la vida. De esta manera, su actitud va calmándose y ahora ya no se cabrea tan fácilmente, sino que se tomará la vida con más calma.
Durante unos días Lucky habla con diferentes personas en el bar, escucha de la gente los diferentes puntos de vista que cada uno tiene sobre la vida, asiste a una fiesta de cumpleaños (esto rompe totalmente con su rutina), etc. Él piensa, reflexiona… hasta que llega a aceptar la verdad.
“La verdad existe”
Hacia el final de la película Lucky posee una visión diferente de la vida, aceptando lo que más pronto que tarde le está a punto de suceder. En una de las mejores escenas de la película Lucky emociona a sus amigos del bar con un discurso en apariencia pesimista, pero con fondo esperanzador. Viene a decir que la verdad existe, es decir, que no por ignorar una realidad va a dejar de existir por arte de magia. Y la verdad es que todos nosotros vamos a morir, sin excepción. Nada ni nadie puede evitar nuestro fin. Alguien le pregunta: “¿y cómo nos lo podemos tomar?” Lucky contesta simplemente: “sonriendo”.
Un nuevo Lucky pasa al lado de aquel lugar donde gritaba “¡capullos!”, pero ya no manifiesta ese odio, ya no siente rabia hacia ese sitio, quizá porque reconoce que cuando lo echaron de allí tenían razón, o quizá porque ahora no quiere gastar el tiempo que le resta en enfados que no llevan a nada, porque ha aprendido a ver la vida con otros ojos y no le merece la pena estar enfadado cuando llegue el día que le toque decir adiós a este mundo. En la última escena, Lucky mira directamente a la cámara, sonríe y prosigue su camino. Mientras, el galápago de Howard cruza la pantalla de izquierda a derecha. Vuelve a casa tras haber hecho lo que tenía que hacer.
En un momento dado de la película, Lucky lee que el “realismo es la actitud o práctica de aceptar una situación tal como es, y estar preparado para enfrentarse a ella como toca”, un concepto que parece tenerlo bien asimilado menos cuando la vida le muestra la realidad y tiene su accidente. Lucky va al médico para someterse a ciertas pruebas. ¿Cuáles son los resultados tras la caída? No hay huesos rotos ni traumatismo. La tensión, bien. El corazón, bien. Los pulmones, bien (a pesar de que fuma un paquete diario de cigarrillos). Lucky no bebe más de la cuenta, ni se marea, ni le fallan las rodillas. Entonces le pregunta al doctor qué le ha podido suceder, el motivo de por qué se cayó. El médico tiene la respuesta: “eres viejo, cada vez más. El cuerpo se quebrará en algún momento, nadie vive eternamente”. Lucky no acepta esa respuesta, pues no comprende por qué teniendo buena salud le pueda suceder algo así.
“¡Capullos!”
A lo largo de la historia vemos cómo Lucky suelta su rabia hacia un lugar que al final de la película sabremos qué es y por qué expresa su malestar. Lucky es un hombre bastante expresivo y se nota cuando algo no le gusta, y más a partir del momento que sale de la consulta, pues se va enfadando con mayor facilidad debido a su descontento por la respuesta de su médico.
“¿Te puedo contar un secreto?”
El primer cambio de actitud de Lucky llega cuando suena una versión de la canción I See A Darkness, interpretada por Johnny Cash. Lucky ha estado pensado y ahora acepta lo que le ocurre, pero con miedo. Y es que es difícil aceptar que te haces mayor y que cada vez está más cerca el día de tu muerte cuando aún tienes una salud excepcional. Por eso le confiesa a una amiga que tiene miedo, necesita compartir su preocupación y poco a poco ir asimilando esa idea del fin de la vida. De esta manera, su actitud va calmándose y ahora ya no se cabrea tan fácilmente, sino que se tomará la vida con más calma.
Durante unos días Lucky habla con diferentes personas en el bar, escucha de la gente los diferentes puntos de vista que cada uno tiene sobre la vida, asiste a una fiesta de cumpleaños (esto rompe totalmente con su rutina), etc. Él piensa, reflexiona… hasta que llega a aceptar la verdad.
“La verdad existe”
Hacia el final de la película Lucky posee una visión diferente de la vida, aceptando lo que más pronto que tarde le está a punto de suceder. En una de las mejores escenas de la película Lucky emociona a sus amigos del bar con un discurso en apariencia pesimista, pero con fondo esperanzador. Viene a decir que la verdad existe, es decir, que no por ignorar una realidad va a dejar de existir por arte de magia. Y la verdad es que todos nosotros vamos a morir, sin excepción. Nada ni nadie puede evitar nuestro fin. Alguien le pregunta: “¿y cómo nos lo podemos tomar?” Lucky contesta simplemente: “sonriendo”.
Un nuevo Lucky pasa al lado de aquel lugar donde gritaba “¡capullos!”, pero ya no manifiesta ese odio, ya no siente rabia hacia ese sitio, quizá porque reconoce que cuando lo echaron de allí tenían razón, o quizá porque ahora no quiere gastar el tiempo que le resta en enfados que no llevan a nada, porque ha aprendido a ver la vida con otros ojos y no le merece la pena estar enfadado cuando llegue el día que le toque decir adiós a este mundo. En la última escena, Lucky mira directamente a la cámara, sonríe y prosigue su camino. Mientras, el galápago de Howard cruza la pantalla de izquierda a derecha. Vuelve a casa tras haber hecho lo que tenía que hacer.