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Voto de Karlés Llord:
10
Serie de TV. Aventuras. Intriga. Drama. Fantástico Serie de TV (2004-2010). 6 temporadas. 121 episodios. Historia de un variopinto grupo de supervivientes de un accidente de aviación en una remota isla del Pacífico aparentemente desierta, una isla en la que suceden cosas muy extrañas. Luchando por la supervivencia, casi medio centenar de personas mostrarán lo mejor y lo peor de sí mismas. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2010
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la antigüedad hindú, los himnos védicos cantaron la gloria de la naturaleza –sideral y terrestre-; siglos después, los brahmanes fragmentaron esos cánticos puros y los convirtieron en doctrina que sustentaba un sistema de castas. Más adelante, la voluntad democrática del budismo atrajo a miles de hombres de toda condición, demostrando que la salvación era cosa de actitud y no de predestinación. Para resistir el embate oceánico de la doctrina budista, los Brahmanes tomaron los antiguos dioses védicos y, sometiéndolos a una sofisticada metamorfosis, construyeron un panteón que conciliaba las más diversas facetas del alma polimorfa de la India.

La mitología de LOST, temporada a temporada, parece haber transitado por etapas semejantes, lo que pareciera ser el destino de toda mitología.

Primero, la isla desierta con sus temerosos náufragos que poco a poco empiezan a comulgar con el misterio, alimentándose de mangos, recuerdos y esperanza (etapa védica). Después, la elaboración de jerarquías y mandamientos, donde cada uno toma lugar y se consolidan los diversos estratos o castas (etapa brahmánica). Los Otros, misteriosos habitantes antiguos de la isla, serían los brahmanes, o la casta sacerdotal; el círculo activo de los náufragos, sería la casta guerrera, los que siempre toman pistola y van selva adentro, pase lo que pase. Luego vendrían los magos, los agoreros, los técnicos (Iniciativa Dharma), y por último los siervos, esos que hacen las labores domésticas en el campamento playero, y que nunca dicen una palabra.

La etapa budista estaría marcada por el surgimiento de un revolucionario, un rebelde que pone en duda todas las creencias hasta ahora aceptadas (John Locke), y funda un nuevo orden a partir de arengas provenientes, como dulces destellos, de un proceso de transformación personal (equívoco en este caso, como corresponde a toda criba postomoderna de un mito). En una cuarta etapa, los sacerdotes, guardianes del Misterio (Los Otros), se ven en la obligación de reconfigurar cada uno de sus dioses, jerarquías y reglas, a fin de hacer frente a la marea igualitaria e irracional del inesperado caudillo.

Sin duda LOST, con todos sus clichés y sus carreras forzadas a campo traviesa, sus escotillas con circuito cerrado de televisión, sus humaredas asesinas, sus retrogradaciones y sus superposiciones temporales, sus personajes patéticos o inspirados, sus tribus perdurables o momentáneas, es un muy refinado manjar para el paladar de los aventureros de la Edad Tecnológica. En la estrechez intelectual de las mitologías urbanas, en la estrechez espacial de nuestras ágoras y en la estrechez simbólica de nuestros ídolos, LOST nos brinda mucho espacio libre para respirar, correr, soñar, y eso sin renunciar a cierto grado de ‘habitabilidad civilizada’ que convierte una misteriosa isla desierta en un purgatorio nada indeseable para los escapistas.
Karlés Llord
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