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España España · ORIHUELA
Voto de Javier:
8
Thriller. Drama Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?
13 de octubre de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pretensión de Prisioneros, de Denis Villeneuve, como la de tantas películas, es la de producir un impacto emocional en el espectador, atenazarlo en la butaca con unas imágenes poderosas, ineludibles; transportarlo hasta situaciones dramáticas que empequeñezcan sus problemas cotidianos. Conseguir este objetivo, ya es método apreciable, pero esta película ofrece algo más: unos personajes que, más allá de su interés coyuntural, de hombres y mujeres sometidos a situaciones límite, con la consiguiente dramatización de sus respuestas ante los graves retos propuestos, nos sugieren algo que está más allá, una visión de la vida muy particular que impone estilos muy determinados y que difícilmente se pueden rehusar.
El detective Loki, interpretado con una intensa contención llena de sensibilidad por Jake Guyllenhaal, es un hombre que se implica obsesivamente en los casos que se le asignan. En el que narra la película, el secuestro de dos niñas, su preocupación es tan grande o más que la de los padres. No sabemos nada de su vida privada. En su primera aparición, lo vemos solitario, comiendo en un restaurante chino vacío, bromeando con la camarera desde cierta tristeza inconmovible. Un solo apunte de su biografía se nos da a conocer: que estuvo en un reformatorio. El caso del secuestro que se le asigna lo ocupa todo el día. Le supone un fuerte estrés. Debe enfrentarse a su superior, al padre de una de las niñas, Keller Dover, que no cree en las evidencias que suspenden la persecución del principal sospechoso.
Del padre de esa niña ya sabemos cómo era antes de la presumible transformación de un impacto tan brutal como el secuestro de su hija. Este hombre paranoico tiene por lema – y así quiere transmitírselo a sus hijos -: “espera lo mejor pero prepárate para lo peor”. Es hombre religioso, pero a la vez, muy temperamental, muy activo, y siente la vida como una imperiosa necesidad de enfrentarse a todas las amenazas.
La gran virtud de esta excelente película – aparte de su desarrollo hipnótico, el largo metraje que nunca resulta desmesurado – es la creación de un buen número de personajes de gran impacto e interés, como Alex, el principal sospechoso del secuestro, un adulto con una edad mental de 10 años, un ser humano que nos sume en la incertidumbre emocional, pues no sabemos si sentir desprecio o compasión por él, con ese rostro que contiene toda la pasividad de un aturdimiento infinito. Asimismo, el joven pederasta que se suma a los sospechosos, ya avanzada la película, también es un rostro de difícil asimilación, una humanidad retorcida, una repugnante transgresión de la cordura, de la dignidad, difícil de perdonar aun en su muy posible inocencia.
Keller Dover, el padre de la niña blanca, no se detiene en ningún dilema moral, no atiende sus dudas, está dispuesto a asumir el riesgo de una fatal equivocación. Lo importante es superar los obstáculos que ralentizan una solución cuyo retraso puede resultar trágico. Y los obstáculos son los hombres y mujeres, amigos o sospechosos, que no puedan comprender esa urgencia decisiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javier
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