Hay que reconocer que la trama que nos cuenta Polanski es cautivadora, apasionante, te capta y no te suelta; además es llevada con una dinámica muy entretenida y nada fantasiosa. Los escenarios, los exteriores, son bellísimos. La historia en sí de un experto en libros que es contratado por un magnate adorador de Lucifer y coleccionista de libros sobre Satanás, es bastante interesante y bien desarrollada. Sin embargo, cuando llega a los diez minutos finales y al castillo, se desvanece, se hace intragable, se convierte en pura porquería fantasiosa con mal taponado o remate final de una gran narración la cual Polanski no ha sabido rematarla, o descabellarla al menos, como es debido.