Esta película obtuvo dos nominaciones a los Oscar. Bueno, por una vez acertaron los de la Academia, pues no le dieron ningún premio.

Resulta una película patética: chica y chico se enamoran desde la escuela (William Holden y Martha Scott, interpretando con más de 25 años cada uno de ellos a estos dos escolares vecinos que ya sienten atracción amorosa uno por otro desde los años de la escuela, provocan lástima y risa, pues obviamente sus caras ya bastante maduras y sus cabezotas de edad ya cuajadita, en modo alguno cuelan como figuras preadolescentes o adolescentes).

En resumen, una película de escasa chispa, que ni porque concentra el guión en un amor de pareja, logra provocar pasión o encanto verdadero. ¡No entiendo como esta película pudo gustar tanto a los norteamericanos, quizás estaban pasando años malos, prebélicos o tenían poco donde elegir!

Eso sí, tiene un tramo que es plausible y muy bueno: el día de la boda de los prenovios, cuando él va a casa de ella a desayunar le niegan que vea a la mujer con la que va a contraer matrimonio, porque "dicen que eso trae mala suerte". Lo que nadie le explica al joven es que la mayoría de las parejas matrimoniadas que acaban en fracasado o divorcio antes de un lustro, el día de su boda ambos siguieron esa tradición supersticiosa y de nada les valió.