Una cinta sobre hombre lobo que asola una población pequeña de los EEUU.

Es la típica historia de Stephen King: donde se despliega en pantalla todo el costumbrismo pueblerino y a la par una simple pero efectiva historia de horror licantrópica con algunos elementos originales mínimos que la destacan por allí un poco del resto del sug-género.

El filme posee la atmósfera típica de los ochenta (peinados, vestuario, coches, casas, mentalidad, modas, etc) y ello ya es agradecible para los amantes de lo nostálgico y de esa época dorada del cine casposo de terror.

El argumento nos presenta una narración lineal, con pequeñas sorpresillas, pero que en general se limita a desarrollar variantes solo entretenidas, aunque sinceramente no dan miedo.

Hay muchos tópicos, los comunes para este tipo de productos serie B que buscan el susto fácil, aunque al ser un filme de niños como protagonistas por allí tiene cierto encanto dado el tenor entrañable que surgen de las acciones y pensares de ellos, además de que en algunas situaciones narrativas se genera algo de intriga (el tema de descubrir la identidad humana del hombre lobo, quien es sin dudas uno de los pobladores).

Los efectos especiales son artesanales y están acordes a la posibilidad técnica de la época, existen en función de dar vida a la criatura (el hombre lobo), quien le otorga el carácter sobrenatural a la cinta.
Ojo, en muchos pasajes el monstruo es un “actor” disfrazado de manera cutre. Lo menciono para que no haya malos entendidos, ya que si bien hay efectos especiales para la transformación, la mayoría del tiempo vemos una careta y un disfraz de hombre lobo en la pantalla.

La ambientación es sugerente y atractiva, ya que la historia se desarrolla en un pueblo donde los espacios son amplios y por ende se siente más la sensación de desprotección en el ataque del hombre lobo.

Las muertes son poco explícitas, por tanto no hay gran cantidad de sangre en el filme. Además no hay nada de fundamentación en el extraño fenómeno que ataca el pueblo: sólo hay un hombre lobo que ataca por gusto y no por necesidad. Por ende el suspense sólo se reduce a descubrir su identidad.

En fin, nos brinda lo esperable para una cinta de los ochenta, con el sello característico de Stephen King y con los clichés del subgénero licantrópico.

Muy poco de novedoso, no ofrece grandes sorpresas, pero aún así es efectiva y apenas pasable para los amantes de este tipo de cine y de esta época en particular.

PD: curioso resulta verlo a Gary Busey joven y panzón interpretando al tío alcohólico que acompaña a los dos hermanitos que deciden averiguar la identidad del hombre lobo.

Palabras claves: licantropía, Stephen King, niños protagonistas.