La cinta propone entretenimiento de principio a fin descuidando y bastante su argumento, el cual es lo suficientemente limitado y simplón como para entusiasmar.
En la película encontrarán aventuras, un viaje de guerreros vikingos y un árabe en búsqueda de guerra contra un enemigo enigmático, sugestivos paisajes naturales, ambientación oscura, gran despliegue físico en la mayoría de los actores... Pero al final, uno se puede dar cuenta que la historia es apocada y mediocre, sus variantes apuntan al salvajismo y las batallas cruentas pero carece de la necesaria fundamentación como para darle un toque más profundo a tanta acción.
Eso sí, la cinta no aburre en ningún momento y de haber contado con un guión más elaborado en circunstancias, estaríamos hablando de una buena película de aventuras.
La aventura está acompañada de fondo por la enérgica partitura épica de Jerry Goldsmith, llena de melodías árabes y otras que remedan la música vikinga.
Antonio Banderas en su típico papel que intenta aportar simpatía e inteligencia entre tanta testosterona salvaje que irradia el filme, nada que achacarle, es lo que mejor le sale.
La dirección, el uso de cámaras, los planos y todo la cuidada labor visual de John McTiernan realza el carácter endeble de la narración, es decir, cuenta en forma atractiva un relato que no tiene nada de especial y que ostenta muchas falencias desde la elaboración al faltarle complejidad y profundidad a las variantes narradas.