Aunque la calidad y la originalidad de las ocurrencias para que la Muerte cumpla su plan enevitable no mantienen el nivel de la primera entrega, esta secuela al menos es entretenida y posee algunos secuencias lo suficientemente logradas desde la estética.
Claro que las exageraciones se ponen a la orden del día y que la cinta se aleja aún más de la lógica, que cae en los clichés del género y que recurre en todo momento a los efectismos más sencillos del terror para adolescentes.
No obstante, siempre se agradece lo impactante y grandilocuente que resulta desde sus efectos especiales y no hay dudas que uno nunca puede prever cómo será el golpe elegido por la Parca para terminar con la vida de sus perseguidos.
No servirán ni las especulaciones, ni señales, ni las premoniciones, nadie la engaña y ni siquiera ese grupo de autoayuda de quienes están en la lista negra será efectivo para evitar que pasemos al menos un rato divertido viendo cómo la Muerte se carga a un grupo de adolescentes idiotas.
Terror divertido y sensacionalista, no sirve para tomársela en serio pero sí es un pasatiempo atractivo desde su inventiva y estética.