Cinta que nos expone cómo la razón humana –obnubilada por la ambición- va mutándose de tal forma hasta llegar a derivar en la estupidez más absurda donde se arrasa con cualquier ética o moral.
Es un claro ejemplo sobre cómo el dinero altera el comportamiento de personas que poseen una vida sencilla, comenzando a resaltar los aspectos más miserables tales como el egoísmo, la traición y el odio.

La historia en sí comienza a desarrollarse en forma atractiva, con variantes que apuntan a la intriga y se mantiene el suspense hasta el desenlace. Claro que habrán situaciones en donde lamentablemente se apartarán del sentido común, pero en general la cinta goza de un guión que mantiene al espectador atento a cómo los enredos se van complicando de tal manera hasta concluir en una mezquina pesadilla debido al alto grado de degradación moral de los personajes.

Además debemos agregar como interesante todo el tema de la atmósfera y estética del filme –muy similar a “Fargo” en los ambientes naturales- y en donde el paisaje pueblerino (aparentemente inocente y honrado) contrasta con tanta malicia, ambición desmedida y egoísmo acérrimo de los personajes principales.
Es para elogiar también las actuaciones, en particular la de Bill Paxton y Billy Bob Thornton, en quienes descansa gran parte de la convicción y sobriedad del filme, además de la aplomada dirección de un Sam Raimi que se aparta bastante del estilo de películas que suele hacer.