La cinta no tiene la contundencia ni la eficacia de la primera, aquí tenemos una continuación que trata de ensalzar la figura del psiquiatra caníbal Lecter y en ello se pierde cierta cordura en las variantes que se relatan, cayéndose en algunos momentos narrativos poco convincentes y obviamente menos creíbles desde el sentido común.
Si bien el filme es entretenido, con una ambientación oscura y sórdida y con algunos momentos estremecedores, en general la película se diluye en un simple juego de idas y vueltas en la captura del famoso criminal. No hay mucha elaboración en la trama, la misma se pierde en anécdotas tan triviales como exageradas, en una venganza aparatosa y en una obsesión bi-direccional Starling-Lecter que no da los frutos esperados.
Desde las actuaciones, resaltar un trabajo impecable de Anthony Hopkins, quien desde lo histriónico remoza la figura de ese doctor tan monstruoso como refinado, de buen gusto y astucia superlativa. Gran labor de este reconocido actor inglés, lo que se convierte a mi gusto en lo mejor de esta apenas discreta secuela. Julianne Moore hace un papel digno, no es sencillo reemplazar a la Starling de Jodie Foster, y si bien no logra una interpretación descomunal, acompaña muy bien y constituye un sucedáneo loable.
En esta continuación no hay diálogos inteligentes ni situaciones que inviten a la intriga psicológica. Se reemplaza suspense por morbosidad, la cual incluso al final se torna absolutamente irrisoria.
En fin, un filme que posee ese peso específico de ser la continuación de un título extremadamente exitoso y por ello fue un éxito de taquilla, pero que ni por asomo se acerca a la solvencia de la obra de Jonathan Demme.