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Voto de Imagomundisblog:
9
Cine negro. Drama Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
21 de junio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scarlett Street es otra callle sin salida del cine negro. Año siguiente de "La mujer del cuadro", misma producción y protagonistas, casi en una continuación si cabe más perversa y enrevesada. Se trata de un remake de "La Chienne de Renoir.
La maldad humana no es patrimonio del genero femenino ni las femmes fatales, de hecho nuestra Kitty (Joan Bennet) de la historia es una enamorada abnegada, dispuesta a todo con tal de conseguir agradar su Johnny (Danny Duyrea). La burla atroz y consentida, la va a sufrir el bueno de Criss Cross (E. G. Robinson). Un empleado de banca fiel, invisible y casado con una déspota viuda decide dejarse llevar por lo inalcanzable: ejercer en secreto el amor por una bella mujer y su pasión la pintura. Él sabe mejor que nadie que no es hermoso para la conquista, ni tiene talento para el arte. Pero el destino azaroso le ha dado la moneda para jugar la apuesta y a los hombres con nada que perder toda tentación resulta demasiado hermosa como para no jugarse. Una serpiente anda detrás de una farola de Brooklyn, es el let motiv de uno de los cuadros que aparecen en la película (Lang quería ser pintor)...de nuevo una noche lluviosa y la oportunidad de "ser" alguien defendiendo a Bennet de un indeseable. Pero el "indeseable" es "el deseado". Voy a darle todo, lo que incluso no tengo, voy a vender mi reputación con tal de ponerle un apartamento a Kitty. Voy a volar. El azar sigue creando un mostruo perverso y así asistimos a que se revalorice la pintura que Cross en secreto lleva al apartamento. Sin escrúpulos actúa Johnny que es capaz de vender hasta su alma por unos dólares. No vamos a desvelar ni crímenes ni culpables, pero cuentan que el final fue un gol a la censura de la época.
La culpa la tiene que pagar el culpable, pero también el cómplice. Aquí los malos son los malos y los buenos no llegan a ser tan buenos. En el nazismo había muchos tipos de culpa y no sé si a Lang (de ascendencía judía) a pesar del éxito también le perseguían los fanstasmas. Hay que estar loco y vagar por los parques del mundo para ver que en tus peores pesadillas se cumplen también los mejores sueños...
Imagomundisblog
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