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Kirguistán Kirguistán · Bishkek
Voto de Esteban Belén:
5
Comedia Todo comienza una mañana del 20 de noviembre de 1978, cuando un camionero recoge a un extraño individuo en mitad de la carretera. Cuando éste le indica que le lleve al Palacio del Pardo (residencia oficial del dictador), el camionero se da cuenta de quién puede ser el autoestopista. (FILMAFFINITY)
8 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que somos frikis del período histórico, es una refrescante joyita ver algo que no sea una apología beata de la democracia liberal, sino una ácida sátira de todas las falsedades de las que va preñada.
Para todos los demás, no será más que una colección de skeches entre incomprensibles e inconexos, filmados además con un estilo espartano, una calidad de videocámara doméstica, y diálogos vacíos. No digamos ya para alguien que no sea español, que podría pensar que es algo más surrealista que el Perro Andaluz.

Escenas como la de Adolfo Suárez son, a día de hoy, demasiado sutiles y exigentes para captar toda su carga. La mera presencia de Tip y Coll, censurados por entonces varias veces por los "defensores de la libertad", implica ya una sátira y una declaración de intenciones que no se capta sin ser consciente de la situación. La escena del kiosko, la portada de Forges, la escena del cura, la del "destape", la de los tractores, el diálogo final... realmente exigen más que complicidad y conocimiento superficial o meramente histórico para ir captando todo.

La premisa de Franco resucitado funciona como excusa (él apenas aparece) para ir mostrando la hipocresía de la risible la imagen de la democracia parlamentaria como el pináculo moral de la humanidad, madre de todas las virtudes de las que, realmente, no ha sido más que una hija desagradecida y derrochadora, destinada a acabar con ellas.
En esa burla está TODA la sustancia de la película, que podría ser casi una obra de teatro salvando un par de escenas exteriores con movilización de una unidad del ejército y presencia de masas, pero que por lo demás se desarrolla enteramente como una película coral de sketches con cortos diálogos que no llegan a encontrarse entre ellos si no es por el hilo conductor de la vuelta de Franco y cómo van reaccionando a ella, de forma cobarde, los que eran furibundos antifranquistas un minuto antes, idea plenamente actual.

El tono de sátira es tan espeso que no deja espacio a la mera apología. Cada escena es una burla a la pretenciosidad de los nuevos demócratas. Salvo la mencionada de Suárez, que llega a decir que podría pactar, en lo esencial, con Franco, línea que admite varias lecturas, como toda la película, pues al moverse mucho más en la sátira que en la apología directa, deja cosas en una agradable tierra de nadie.

La manipulación de los medios, la cancelación, la inmoralidad, la explotación sexual de la mujer disfrazada de libertad... todo está presente, así como la falsa defensa que la democracia liberal hace de todo ello como único régimen posible, idea que hoy en día sería inconcebible, y que convierte a esta curiosidad en una joyita a nivel sociológico, presentando mentalidades hoy en día proscritas sino es para dibujarlas con trazo grotesco; a nivel cinematográfico dista mucho de ser ninguna joyita, ni casi aprovechable, ni siquiera algo entretenido para el público no ducho en el período, con lo que mi recomendación es clara; SÍ para aficionados sin prejuicios a esa parte de la historia; los demás, lo más probable es que ni le vean sentido, simplemente perderán una hora y media. Ni siquiera encontrarán relato histórico porque la película no va de eso.
Esteban Belén
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