Pocas veces estoy de acuerdo con las malas críticas tanto profesionales como de mis compañeros en este tipo de cine, pero el slasher sueco dirigido por Simon Sandquist (Invisibles) es flojísimo.

Tiene buena música, creo que es de lo poco que se salva, pero la narrativa se queda en una historia que nunca llega a arrancar, que no tiene tensión. Desaprovecha el parque de atracciones, que podría dar para mucho más y aunque hay alguna escena salvable, por ejemplo las de la montaña rusa, se desperdicia casi todo; esto por no hablar de los actores, que son malísimos, no cambian de expresión en toda la cinta y ya es difícil. El más conocido es Omar Rudberg (Jóvenes altezas) que tiene la misma cara que en la serie que protagoniza.

Casi todo fatal. Si le pongo un cinco es porque dura poco y la vi entera, lo que ya es un logro, pero le falta esa chispa tipo Scream, dudas sobre quién o quiénes pueden estar detrás de todo, un poco de vidilla, algún susto, algo que acelere el corazón en algún momento. Es que no cambian de cara ni cuando están a punto de morir.