Guion absurdo y extremo de Warden junto con una buena dirección de Banks (Los Juegos del Hambre, Atrápame si puedes). No puedes dejar de verla y de hacerte la pregunta ¿WTF?

La historia, basada en hechos reales, nos lleva a los queridos años 80. Imagino que «basado en hechos reales» es una exageración, aunque hace poco leí una noticia sobre un gato salvaje, intoxicado por cocaína, que no dejaba de saltar de árbol en árbol, y es que a veces la realidad supera a la ficción. Sea como fuere, en este caso resulta muy divertida desde el primer minuto, cuando vemos al narcotraficante en la avioneta intentando rescatar la droga para luego lanzarse él mismo –aunque si tuvo suerte o no es discutible-. El caso es que termina siendo una locura, con la coca tirada en barrios y en un parque natural.

Seguro que un oso se comió parte de la coca y se hizo adicto.

Seguro que los narcos intentaron recuperar parte del alijo.

Esperemos que los guardabosques en la vida real no sean tan pardillos, aunque en Estados Unidos todo es posible. Sólo tenemos que ver las noticias para echar unas risas.

No estoy segura de si justo unos niños se escaparon de casa durante esos días, pero el detalle es hilarante por lo que les ocurre.

La cinta es muy dinámica y aunque es una ida de olla es bastante disfrutable para buena parte del público, a pesar de que algunas escenas se pasan de gore.

Bonito homenaje a mi querido y desaparecido Ray Liotta.

Sorprende una Keri Russell que nos tiene acostumbrados a papeles mucho más serios desde que la viéramos como la inolvidable Felicity por primera vez.

El niño, Christian Convery, tiene las mejores frases con diferencia.

En general están todos muy bien, hasta el oso hecho por ordenador.

Mi amigo Wolf llevaba tiempo diciéndome que la iba a ver y creo que finalmente me he adelantado a la misión con éxito. No daba un duro por el filme, cuyo título, en un principio, me dio vergüenza ajena. Luego vi quién salía y me atreví a ver el tráiler y a partir de ese momento fue todo seguido.

Recomendable para los que se quieran reír y no tengan miedo a ver pedacitos de personas por ahí sueltas sin su dueño.