Schroeder fue muy hábil con este thriller. Dejando aparte la buena fotografía y la banda sonora, hizo una elección de actores muy inteligente. Desde Sandra Bullock, a la que es de agradecer ver en este tipo de personajes, porque se le dan de muerte, hasta su compañero Ben Chaplin, pasando por los impresionantes Mickael Pitt y Ryan Gosling. Todos están creíbles; todos realizan un excelente trabajo en esa telaraña compleja que resulta ser el guion. La cinta está ligeramente inspirada en un hecho real, ocurrido en Chicago en 1924 en la que dos chicos mataron a un adolescente de trece años solo por el placer de matar y demostrar que podían salir impunes. Los productores dijeron que se habían basado más en los crímenes de A Sangre Fría o en otro más cercano en el tiempo. Da lo mismo, en Estados Unidos estas cosas son el pan de cada día. Lo importante es que el resultado es muy bueno, siempre estás dudando de quién ha sido, qué pasó realmente (aunque me sobra un poco la historia de Sandra Bullock).
El film tiene críticas mixtas; a los que dicen que esto ya lo hemos visto…no voy a insistir en que todo está prácticamente inventado y que nos movemos en un terreno que ya se ha explorado mil veces, lo que no quiere decir que esté bien construida, que tenga un buen hilo narrativo y que queramos ver más a estos dos chicos para entender qué les mueve a hacer lo que hacen.
Las historias de crímenes perfectos las llevamos viendo décadas, pero a los que nos gusta el misterio no nos importa leer mil novelas que son parecidas y en las que sólo nos cambian los protagonistas, su edad, el lugar donde ocurre la acción, las motivaciones o la forma de matar y el asesino o asesinos lo enredan todo.
Y, aunque todos los actores que aparecen han hecho muchas más películas, en esta su papel siempre me resulta casi redondo.